Contra el capital humano del país

7
Editorial UCA
29/04/2024

Según notas de prensa, a algunos institutos públicos de educación se les ha enviado la orden o recomendación de fichar a alumnos de perfil antisocial. El tema, por supuesto, ha generado gran preocupación. Si la escuela es y debe ser un lugar de desarrollo personal y social, fichar a jóvenes por su comportamiento supone una negación de lo que debe ser un proceso educativo sano. En general, la adolescencia es una época de desarrollo que implica aspectos de crisis dados los cambios físicos, emocionales y sociales que conlleva. Confundir la rebeldía que puede darse en esa edad con un comportamiento antisocial es peligroso, más aún si eso significa que los jóvenes quedarían fichados de por vida.

En la adolescencia, el joven cae en la cuenta de su personalidad, empieza a tejer la idea de sí mismo y a fraguar en su interior la capacidad de dar razón de su personalidad. Además,comienza a pensar en su vocación profesional y su futuro. Los valores aprendidos en el ambiente familiar pasan a ser racionalizados y reflexionados críticamente. No es esta una etapa en la que tenga sentido encasillar la personalidad de las personas, pues están inmersas en un proceso de cambio y adaptación. El adolescente necesita acompañamiento, colaboración entre padres y maestros, empatía de los adultos y apoyo para aprender a resolver conflictos, tanto personales como grupales. También ayuda para gestionar sus emociones y para descubrir sus capacidades y habilidades. Satisfacer esas necesidades es fundamental para su futuro tanto social como democrático. En contraparte, el descuido en el acompañamiento, tanto en el hogar como en la escuela, puede llevar al adolescente a situaciones complejas, desde el aumento de la rebeldía a la depresión y el suicidio.

En El Salvador hay un grave déficit educativo. Aunque a lo largo del tiempo ha habido mejoras, falta todavía mucho para tener instalaciones adecuadas, para superar la inequidad educativa entre los diversos centros de enseñanza y para acompañar psicológicamente a los niños y adolescentes a lo largo de su proceso educativo. Fichar a los jóvenes que pasen por etapas conflictivas no es solución ni desde el campo de la convivencia ni desde la pedagogía. El adolescente necesita ámbitos de comodidad y de comprensión tanto en la escuela como en su casa. En esa línea, lo ideal en el país sería que el bachillerato tuviera un año más de duración, a fin de posibilitar que los estudiantes maduren un poco más antes entrar en la universidad.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos afirma que un año adicional de escolaridad incrementa el PIB per cápita de un país entre un 4% y un 7%. Por su lado, la Organización Mundial de la Salud señala que, en el mundo, uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún trastorno mental; la depresión y la ansiedad son dos de esos trastornos. Fichar a quienes tengan comportamientos “antisociales” en una etapa de la vida en la que ciertas formas de rebeldía son frecuentes es la mejor manera de disminuir en el largo plazo el capital humano de El Salvador.

Lo más visitado
0