El voto de los salvadoreños, aún sin decidir

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Editorial UCA
16/12/2013

Los resultados de la reciente encuesta del Iudop muestran que un grupo significativo de la población aún no había decidido su voto al momento de ser entrevistados. En noviembre, solamente el 60% había decidido por quién votar, mientras que un poco más de la tercera parte todavía lo estaba pensando. Sin duda, eso puede hacer cambiar el resultado electoral y obliga a no considerar como seguro ningún escenario. El voto no decidido afecta, aunque en diferente medida, a los tres partidos con alguna oportunidad de obtener votos suficientes para ganar en primera vuelta o pasar a la segunda: Arena, FMLN y Unidad. La encuesta muestra que el voto más firme es el del FMLN, pero, con todo, solo un 76.49% de sus simpatizantes afirma que su voto está decidido. En el caso de Arena, ese porcentaje es del 68.7; y en el de Unidad, el 46.66%, casi la mitad de sus posibles votantes, dice estar pensándolo.

La falta de un voto firme, claramente decidido de parte de la población, da mucho margen para que el proceso se defina en los días cercanos a la elección. Así, es muy probable que se vuelva a repetir lo que ocurrió en los últimos comicios presidenciales, cuando casi una cuarta parte de los electores decidió su voto en las dos semanas anteriores a la cita. Que tantos salvadoreños decidan su voto hasta el último momento explica que los partidos se esmeren en intensificar la campaña electoral conforme se acerca la fecha de la elección. Todo con tal de captar los votos de los indecisos e influir en los que todavía lo están pensando.

Tan alto grado de indecisión avala abogar por que las campañas electorales sean más cortas y se concentren en los días previos a las elecciones, pues hasta esos días es que tienen efecto. No son pocos —y nosotros coincidimos con ellos— los que piensan que las campañas electorales deben reducirse, que un mes de duración sería más que suficiente. En la actualidad, a los cuatro meses de campaña oficial se suma la precampaña, con lo cual se puede afirmar que en esta elección el proceso ha durado casi dos años. Estas larguísimas campañas desgastan a la población y matan el interés en el proceso. Además, su longitud incrementa enormemente los costos; un gasto que en El Salvador no se debería permitir.

En contraste con el pensar y las expectativas de los partidos políticos, que asumen que cuanto más larga sea la campaña más votos obtendrán a su favor, el 57.7% afirma tener poco o ningún interés en la campaña electoral. Sin embargo, esa falta de interés contrasta con el hecho de que un 70% diga tener mucho o algo de interés en ir a votar. Está claro, entonces, que una cosa no está relacionada con la otra. Los partidos deberían entender que las campañas prolongadas saturan y que una cuarta parte de los votantes define su voto en los días cercanos a la elección, con lo que las campañas largas tienen poco efecto en los electores.

También llama la atención que, a pesar de su duración, las campañas no sirvan para que la población conozca mejor las propuestas de los candidatos y de sus partidos. Más de una cuarta parte de los encuestados dice no conocer los planes de gobierno de ninguno de los partidos; y aquellos que ya decidieron su voto dicen conocer únicamente el plan del partido por el que piensan votar. En realidad, la tarea no es fácil, pues la campaña ha estado basada en eslóganes y en algunas de las medidas que los candidatos impulsarían en caso de ganar la presidencia. Medidas que se ofrecen desarticuladas y que solo buscan captar votantes, pero a partir de las cuales no se puede deducir un verdadero plan de gobierno.

Mucha tela queda todavía por cortar. El resultado es aún incierto y podría sorprender. Arena no se ha recuperado de su derrota en 2009 y desde la oposición no ha conseguido capitalizar votos. Mucha gente todavía resiente los 20 años que estuvo al frente del Gobierno y su poca capacidad para enrumbar el país en la senda del desarrollo sostenible, la equidad y la generación de empleos dignos, aspectos fundamentales para superar la pobreza y avanzar hacia la paz social. Por eso una importante mayoría no quiere que el partido de derecha regrese al poder. Y esto, por supuesto, salpica también al exarenero y hoy candidato de Unidad. Antonio Saca carga con el lastre de haber dejado al país en una situación de grave inseguridad y crisis económica. De ahí que un grupo mayoritario considere que el FMLN es el más capaz para crear fuentes de trabajo, mejorar la situación económica y reducir la pobreza. Pareciera que un amplio sector de la población todavía está dispuesto a darle un voto de confianza al Frente, para que demuestre si en verdad está dispuesto a profundizar los cambios en beneficio de las mayorías, esas mismas que llevan años esperando que se haga realidad la promesa de prosperidad para todos, no solo para unos pocos.

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Anónimo
16/12/2013
15:42 pm
Aunque no esté decidido, es de notar el crecimiento que ha venido teniendo constantemente el FMLN.
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