La victoria de Obama habla español

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Editorial UCA
12/11/2012

Hay una sentencia popular que dice que "cuando Estados Unidos estornuda, en Centroamérica nos da gripe", señalando así la innegable influencia de la nación norteamericana sobre nuestros países. Sin duda, la reelección de Barack Obama ha sido motivo de alegría para el Gobierno y para un sector de la sociedad salvadoreña. Y con razón: la apuesta gubernamental por aliviar su resquebrajada economía pasa por el apoyo de la administración de Obama, principalmente a través de dos vías: la segunda edición del Fomilenio y el Asocio para el Crecimiento. Pero dejando a un lado por un momento los efectos en nuestro país del triunfo de Obama, queremos centrar la mirada en el papel jugado por la población latina en la elección presidencial estadounidense.

De acuerdo al análisis de los resultados, la victoria de Obama se fraguó en diez estados llamados "bisagra", es decir, aquellos cuyos votos pueden oscilar entre uno y otro partido. Para decirlo en terminología salvadoreña, en esos estados, los electores no son voto duro de ninguno de los dos partidos y, por ello, son los que deciden en definitiva el resultado de las elecciones. Dentro de los factores que abonaron a la victoria del presidente Obama, destaca el apoyo del 55% de las mujeres y, como era de esperarse, el de la comunidad afrodescendiente, con el 93% de sus votantes.

Pero hay un tercer factor de nuestro interés: el voto a favor de por lo menos 70 de cada 100 latinos; el mayor apoyo hispano recibido por un presidente estadounidense desde el que registró Bill Clinton en 1996, y más de 50 puntos por delante del que consiguió Mitt Romney. A nivel nacional, el voto de los latinos supuso un margen de más de 5 puntos de Obama sobre su contendiente. Es decir, dado que la victoria del demócrata sobre el republicano fue de 2.3 puntos, la conclusión es clara: por primera vez en la historia de Estados Unidos, los latinos fueron la clave para decidir quién ocupa la Casa Blanca. La población votante latina representa ya el 10% del electorado en Estados Unidos, y sigue creciendo. Por tanto, los futuros presidentes estadounidenses tendrán que hablar español.

Conociendo este papel fundamental de la comunidad latina, la pregunta obligada es por qué la mayoría de sus integrantes le dieron su voto a Obama. Contrario a lo que se podría contestar en El Salvador, donde las ideologías polarizan y enceguecen las opiniones, las razones para votar por Obama fueron prácticas: según Latino Decisión, la compañía especializada en estudiar el voto latino, esta comunidad cree que Obama puede mejorar su economía familiar e implementar medidas a favor de la población migrante. Esto pese a que, hasta el momento, el Gobierno de Obama no se ha caracterizado por apuntalar la economía de la clase media y a que en el campo migratorio ha incumplido su principal promesa de campaña de hace 4 años.

Una de las cartas de triunfo de Obama en 2008 fue prometer una reforma integral que beneficiaría a la población migrante sin documentos que vive en los Estados Unidos. Sin embargo, cuatro años han pasado y la anunciada reforma integral ha quedado solo en planes. Es cierto que como una medida puramente electoral Obama logró algunas concesiones especiales para los migrantes, sobre todo para los que están estudiando, y ha mantenido el TPS para hondureños, nicaragüenses y salvadoreños; pero poco más.

En realidad, algunas medidas impulsadas por Obama, él mismo hijo de migrantes, apuntan en la dirección contraria. Su Gobierno se ha distinguido por ser la administración que más personas ha deportado en la historia reciente (un millón 250 mil en total, más de 400 mil cada año) y ha roto precedentes en cuanto al número de personas que son encarceladas cada noche por el simple hecho de estar en el país del norte sin papeles. Pero ahora la población migrante en Estados Unidos sabe que fue decisiva en la reelección de Obama. Y animados por ello, inmigrantes y activistas han exhortado, desde distintos puntos del país, al mandatario demócrata y al congreso a negociar inmediata­mente una reforma legislativa que resuelva la situación de once mi­llones de migrantes indocumentados. ¿Qué hará Obama ahora que adeuda su reelección a los latinos? ¿Cumplirá su promesa? ¿Dialogará en el mismo idioma de quienes lo han aupado de nuevo a la presidencia?

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