El absurdo del exterminio

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Rodolfo Cardenal
01/02/2017

La opción por el exterminio de los pandilleros, aparte de satisfacer instintos primarios de venganza y de ser inmoral y anticristiano, no es tan viable como parece a las mentes obcecadas. La historia salvadoreña demuestra que esa clase de acciones no solucionan nada. En el mejor de los casos, atenúan los problemas, que luego surgen más complejos y con menos margen de maniobra. La solución real de la violencia pasa por extirpar la raíz socioeconómica de la guerra social, algo que los negociadores de 1992 obviaron porque les interesaba más el poder político.

En esto, algunos voceros de las pandillas parecen tener más claridad, al menos en la formulación, que el Gobierno de izquierda. Reconocen haber contribuido a crear el “monstruo” que desangra a las comunidades; un monstruo cuyo nacimiento está asociado a la insatisfacción de las necesidades básicas. Un sector significativo de la juventud de esas comunidades se ha rebelado violentamente contra una exclusión que les resulta intolerable. “¿Vos creés que mi familia o la familia de un policía viven bien? Nos conocemos. Convivimos a diario”, declararon a un diario digital.

La represión militar también ha contribuido a fortalecer a ese monstruo. “La Policía aplasta parejo”, pandilleros y no-pandilleros, “tan solo por vivir en territorios de pandillas”. El asesinato de unos provoca, en reacción, el asesinato de otros. “Un policía llega y te mata a uno, dos o tres jóvenes. ¿Qué hace la pandilla? Te reacciona”. “Son bichos que conocemos desde pequeños. ¿Cómo no me va a doler que me estén matando a un compadre mío? ¿Cómo no voy a reaccionar? ¿O cómo voy a detener al compañero que quiere vengarse?”. “Nos matan a uno, pero dejan a tres resentidos más. Hay gente que cuando les matan a un familiar se nos acercan y hablan de tambores de guerra, de que ya es hora de despertar”. De esa manera, “está muriendo mucha gente […] no solo pandilleros. Los policías, por ejemplo. Ellos trabajan por la misma necesidad. Ellos son gente pobre también. La sangre de los agentes se están derramando injustamente por las órdenes que dan los políticos”.

Sin embargo, la pandilla alega no estar en guerra contra el Gobierno, “si así fuera”, dicen, “sería un caos”. Si hubiera guerra abierta, habrían caído muchos más soldados y policías, y “toda esta clase de personas que podrían considerarse enemigos”. Más bien, según sus explicaciones, su violencia es respuesta a otra violencia, y así en una espiral infinita, hasta el agotamiento y el embrutecimiento total. “Nos han matado a un sinfín de jóvenes, y un animal que se siente acorralado busca defenderse”. Y lo mismo puede esperarse de los policías y militares con deseos de venganza por la violencia sufrida.

Pese a ello, los partidos políticos no han tenido reparos para negociar con el monstruo. “Nos ocuparon para llegar al poder”, pero se les olvidó que “están matando a la gente que los llevó al poder”. Y añaden: “Hemos dado el voto al FMLN […] Pero nos mintieron. Nos ofrecieron empresas, nos ofrecieron esto y lo otro”. “El mismo Presidente está sentado porque las pandillas dieron el voto, esperanzados con una reinserción en los penales y en las comunidades”. Tal vez por eso lo interpelan desenfadadamente sobre las ejecuciones sumarias, porque si no está de acuerdo con ellas, entonces la Policía está fuera de control.

Las pandillas son conscientes de su potencial para desatar “una verdadera guerra”. Algunos voceros aseguran contar con fuerzas suficientes, no solo de quienes desean venganza, sino que, además, “hay un montón de gente que se uniría, porque está cansada de tanto político que les ha prometido cosas, que luego no les han cumplido”. A pesar de las medidas extraordinarias, incluida la ejecución sumaria, “las pandillas seguimos a pesar de tanto muerto, a pesar de tanto baleado, a pesar de tanto preso […] en qué colonia […] las pandillas han dado un paso atrás. La estructura sigue […] Todo sigue sonando: asesinatos, rentas”, etc. A pesar de la represión, “ahí estamos […] como el cáncer”. Y los homicidios habrían bajado no por dichas medidas, sino “porque nosotros así lo queremos”.

Finalmente, una observación muy válida sobre las redes sociales. Aquellos que las utilizan para pedir que “maten a los mareros”, “no son de las comunidades. Nosotros estamos en las comunidades desde los noventa, hemos sobrevivido a un montón de cosas, y vamos a seguir sobreviviendo. Los jóvenes siguen pidiendo ser parte de las pandillas. Hay un montón de carga acumulada”.

Cabe preguntarse, entonces, qué sentido tiene continuar con esta guerra no declarada, qué sentido tiene invertir cada vez más en reprimir mientras la inversión social, incluida la rehabilitación y la reinserción, languidece por falta de atención; y qué se puede esperar de otra negociación de cuotas de poder entre los políticos si no se incluye la satisfacción de las necesidades básicas de la población y el fin de la desigualdad.

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Anónimo
06/02/2017
10:16 am
La lógica pandilleril tiene sentido, sobre todo cuando dice que \"la policía aplasta parejo\".Personalmente nunca he creído en esos tales \"enfrentamientos\".Siempre he dicho en las redes sociales que las autoridades llegan a eliminar a pandilleros de una zona, y se lleva encuentro a jóvenes que no tienen nada que ver y son masacrados solo porque viven en territorios en zonas dominadas por las pandillas.También coincido con que las pandillas reaccionan ante asesinatos de su gente o de jóvenes que nada tienen que ver. Me satisface que el P. Cardenal entienda en profundidad el problema, mientras el Arzobispo Escobar Alas llama a la aplicación de las Medidas Extraordinarias que han atizado el fuego y las ejecuciones de pandilleros. Mientras tanto, el presidente de la Asamblea llama a rechazar cualquier encuentro entre el gobierno y los pandilleros, a mi juicio, en la búsqueda de votos, aprovechando que la gente irreflexiva llama a la guerra en lugar de a la paz.
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Anónimo
03/02/2017
09:36 am
La raíces del problema no son nuevas y desconocidas, lo que pasa es que no hay una coherencia entre discurso y acción del sistema político salvadoreño, donde existen mecanismos nefastos que propician la corrupción y la deshonestidad de forma desenfrenada. También, la sociedad misma espera que alguien reaccione ante lo que pasa cada día. Pero nadie quiere involucrarse cuando se requiere de ponernos manos a la obra. Esperamos que otros hagan nuestro trabajo, nuestra tarea. Recuerdo cómo las comunidades eclesiales de base unían a la comunidad, a las personas, a sus familias. Impulsarlas en estos momentos de crisis, darían un respiro grande. Pero quién lo hace, quién lo inicia. Hemos dejado que el miedo y el terror nos inmovilicen. Que nos está provocando pensar y decir planteamiento como los expresados al inicio del artículo: exterminemos a las pandillas y esto se acabará. Es mi humilde opinión. Pero debemos plantearnos que esperamos de El Salvador en 25 o 30 o 50...
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Anónimo
03/02/2017
04:38 am
viendo esto no tenemos esperanza jamas los ricos van a permitir eso jamas,mientras tanto los mareros pandilleros seguiran haciendo de las suyas. De soluciones señor cardenal ,deciir que extripando la brecha socioeconomica no me da esperanza. como la va estripar o quien.?responda ayude claramente. Mientras tanto los pobres seguiran matando pobres. Usted seguramente no anda en buses no visita las comunidades o vive ahi siente ese maldito temor miedo de que no puede ser libre Como se extripa un cancer benigno destruyendo las celulas del sistema. No tenemos esperanza ? diganme como ? quien limpiara? cuando pasara? Las disculpas ya que quiero soluciones y acciones no mas bla bla bla.
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Anónimo
02/02/2017
16:07 pm
Si los cambios socioeconómicos por los que tantas organizaciones han luchado, incluyendo la UCA, se hubieran implementado desde, digamos, la época de los mártires jesuitas, muy probablemente la niña que se negó a entregar su celular estaría con vida y con buenas perspectivas para su futuro. Y es que la solución real de tanta violencia SÍ debe pasar por extirpar la injusticia socioeconómica que ha oprimido al pueblo desde hace siglos. Pero ello implica acciones y procesos que, en definitiva, son complejos y tomarán mucho tiempo. Pero es urgente comenzarlos ya; para que al menos nuestros nietos comiencen a ver un mejor país. Por ejemplo, un proceso ciertamente difícil es lograr la conversión hacia el bien de la nefasta y satánica clase dominante del país. Otro, la reinvención y depuración de los partidos políticos, la PNC y otros entes corruptos y mentirosos. Importante sería también la dignificación humana de las víctimas actuales y del pasado. Hay tanto por hacer!
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Anónimo
02/02/2017
14:57 pm
@Mark: Aunque eso probablemente no aliviaría el dolor de una pérdida tan terrible, sí tenés razón, habría que explicarle eso también a esa familia que mencionas. Solucionar esto es un camino largo y duro, pero uno que vale la pena por el bien de todos los salvadoreños.
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Anónimo
01/02/2017
19:57 pm
Extirpar la raíz socioeconómica de la guerra social... Habría q explicarle eso a la familia de una niña de 13 años, menor que fue asesinada por no entregar un celular; hecho sucedido en El Congo, Santa Ana.
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