Este primero de octubre se celebra el Día del Niño y la Niña. Sería completamente anormal que en su discurso cualquier político o funcionario dijera que la niñez no le interesa; significaría despedirse de la posibilidad de ser reelecto y ganarse el repudio nacional.
Ya un diputado se ha atrevido a decir que las mujeres deben estar en sus casas y no meterse en los asuntos públicos, y fue censurado por todos y todas; pero no ha pasado que alguno se haya declarado enemigo de los derechos de la niñez. Por eso es difícil de entender que niños y niñas sufran tantos atropellos frente a la indiferencia del Estado.
En el último día de septiembre, en la víspera de esta celebración, un niño de dieciséis años fue asesinado cuando iba a su escuela en Soyapango. Estudiaba noveno grado en el centro escolar "Antonio José Cañas". No fue la única víctima de la violencia; otro estudiante del Instituto Técnico Industrial fue apuñalado en la autopista sur.
Pero lo más triste es que en el transcurso del año, y en los años anteriores, no han sido las únicas víctimas infantiles ni las más jóvenes. Tampoco es la criminalidad la única que les afecta. La violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la explotación laboral y la mendicidad son otras formas de agresión presentes en la sociedad salvadoreña.
Hace dos años, el Ministerio de Educación y Oxfam América presentaron un estudio que reflejaba que el 53% de las víctimas de violencia escolar son niñas. La discriminación, las violaciones sexuales y el acoso son las formas más comunes que asumen estas agresiones. Sobre el acoso, el 25% por ciento dijo haberlo sufrido, pero ocho de cada diez no lo denunció.
El trabajo infantil también es otro problema, porque impide vivir la infancia a plenitud y porque expone a los niños y niñas a otros padecimientos. El estudio de Naciones Unidas "Acabar con la violencia contra los niños, las niñas y adolescentes" plantea que el trabajo doméstico remunerado expone a las niñas a varios riesgos.
En ese informe de la ONU se afirma que "en El Salvador, dos tercios de las niñas que trabajan en el servicio doméstico denunciaron que se les pegaba, insultaba, negaban alimentos, multaban por daños, u obligaban a permanecer fuera de casa". Muchas de esas niñas se dedican a cuidar a los hijos e hijas de sus agresores.
Todo eso ocurre en medio de los discursos políticos que nombran a la niñez como el futuro del país. Y en una sociedad que la declara como uno de los recursos más importante y querido con los que cuenta.
¿A cuál niño y a cuál niña se le dedica este día? Seguramente, los adultos pensarán en su hijo, hija, sobrino, sobrina u otro infante de su familia, pero quedan al margen de las piñatas, las celebraciones o los dulces los que diariamente están en los semáforos o en las calles limpiando parabrisas, vendiendo o mendingando. También quienes ayudan a sus padres en los campos agrícolas o son usados en las cortas de café, en la zafra o en la recolección de curiles, así como las niñas —y a veces también los niños— que están empleadas para el servicio doméstico y no pueden ni siquiera tener amigos o amigas en la misma cuadra en la que viven. Ellos y ellas deben estar en la mente de los funcionarios y funcionarias que pueden tomar decisiones para cambiar sus vidas.