El presidente Elías Antonio Saca concluye cinco años de gobierno, y en su último discurso dirigido a la nación enumeró los logros de una gestión, caracterizada discursivamente por el énfasis en "lo social".
Ahora corresponde a la ciudadanía evaluar esas palabras y señalar si este Gobierno merece o no un finiquito político tras contrastar las promesas realizada en 2004 y las acciones ejecutadas durante los últimos cinco años con la realidad cotidiana. En ese sentido, la última encuesta del Instituto de Opinión Pública de la UCA (IUDOP) señala que la ciudadanía salvadoreña calificó con 5.85 el desempeño de esta gestión, en otras palabras, este Gobierno sale con una nota de reprobación.
Vale decir que "lo social" no se reduce sólo a la construcción de programas educativos y desarrollo de acciones en materia de salud. Lo social debe ser un concepto sistémico: una labor que atraviesa varias áreas del quehacer público y que tiene impacto en la seguridad humana.
Pero ayer el Presidente destacó el supuesto avance en la reducción de la pobreza con la apuesta por la Red Solidaria, que más que un programa de combate a la pobreza es una estrategia para "atenderla". Al menos los números así lo indican, pues la pobreza pasó del 30.7 % a 34.6% entre 2006 y 2007.
También Saca se vanaglorió de sus logros en educación, a pesar de que el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sobre los Objetivos del Milenio atribuye el logro de dos de las diez metas a las gestiones anteriores a la de Saca. Entre estos logros está la educación.
El mandatario, con mucho orgullo, dijo haber creado la Secretaría Nacional de la juventud como una "apuesta al desarrollo integral" de este sector. Sin embargo, tal desafío se fue al traste cuando, en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado realizada en octubre del año pasado, se negó a firmar y ratificar la Convención Iberoamericana de los Derechos de los Jóvenes.
Por otra parte, destacó la creación del Fosalud y el nuevo Sistema Nacional de Salud. Pero nada dijo de la situación en la que deja los hospitales nacionales, que carecen de equipo médico para atender enfermedades críticas, y del permanente desabastecimiento de medicinas. La población no se cura a través de discursos; lo social sigue estando lejos de los pasillos de los recintos de salud.
Debe también señalarse que en este último mensaje Tony Saca poco habló sobre su gran apuesta electoral. Recuérdese que en 2004 vendió ilusión a sus electores cuando denominó "País seguro" a su plan de gobierno. En el discurso de ayer dijo: "Se han mejorado los índices delincuenciales". Esa aseveración carece de validez. Hace cinco años morían 7 personas diariamente, y ahora el país pierde 14 salvadoreños por día a causa de la delincuencia.
Adicionalmente, delitos como la extorsión se han popularizado: entre 2004 y 2009, alrededor de nueve mil casos fueron conocidos por las autoridades. Pero el dato es limitado: muchos casos no salen a la luz por el miedo de la ciudadanía a denunciar estos hechos ante la vigilancia y amenaza de sus extorsionadores. Este fenómeno ha afectado a ciudadanos comunes, empresarios, escuelas, etc. En suma, puede decirse que gracias a la gestión de Saca, parafraseando una de sus frases, a los malacates les llegó la fiesta. ¿Cómo puede hablarse de "lo social" si la ciudadanía no goza de libertad y seguridad?
Uno de los puntos ausentes en el mensaje presidencial fue el relativo al respeto y vigencia de los derechos humanos. No es causal, pues si de evaluar el desempeño del saliente Gobierno se trata, el saldo es rojo. En noviembre de 2007, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado salvadoreño por haber violado derechos humanos en el caso del asesinato de Ramón García Prieto. Uno de los puntos más relevantes de esta sentencia es la obligación inaplazable de investigar este homicidio; deuda que no se quiso saldar. Lo mismo ha sucedido con los casos de las hermanas Serrano, de los jesuitas y de monseñor Romero.
En ese sentido, la política de impunidad en casos relacionado con la guerra, y que se basa en la falacia de no mirar hacia el pasado para fijar la vista en el futuro, ha negado el derecho a la justicia de muchas víctimas y sus familiares. Como si eso no fuese demasiado, Antonio Saca, en su papel de comandante general de las Fuerzas Armadas, dedicó su gestión a elevar un culto a personajes que han sido señalados como violadores de derechos humanos en el conflicto: el coronel Monterrosa, entre otros.
Otro desatino del presidente saliente fue su necedad de ocupar dos presidencias, la de su partido y la del país, alegando que como servidor público trabajaría ocho horas y el resto sería militante. Esta situación le hizo perder la visión, pues en las elecciones de 2006 violó la Constitución al realizar actos de política partidaria. Fue así como recolectó fondos de campaña en viajes oficiales y se dedicó a participar activa y mediáticamente en la campaña electoral en horas laborales.
Este conjunto de situaciones sólo llevan a preguntarse: ¿y "lo social", señor Presidente?