La inseguridad ciudadana, la delincuencia y la violencia social crecen cada día sin que ocurra un quiebre que indique que el país camina hacia la solución de estos problemas. La semana anterior, una estudiante de ingeniería e instructora en diversas asignaturas de la Universidad fue asesinada en un bus de la ciudad. Tristeza, indignación e impotencia son pocas palabras para describir el pesar que causó este hecho a su familia y a la comunidad universitaria.
Todo indica que el mensaje del presidente Funes de "no cometer errores" es un fracaso en el tema de seguridad. Antes de sacar a la Fuerza Armada a las calles, que hubiese sido el último recurso, debería haber agotado medidas sencillas, que se han indicado en este espacio en ocasiones anteriores y que se repiten nuevamente: (1) prohibir de inmediato la portación de armas; (2) limitar el consumo de bebidas alcohólicas por persona en todos los establecimientos; (3) limitar la venta de armas vía precio (subirles los impuestos), por poder destructivo y por edad; (4) controlar el uso de las armas en manos de los agentes de seguridad privados y públicos, incluyendo las de uso de la Fuerza Armada; (5) empezar a sustituir la seguridad privada de colonias y establecimientos comerciales por la seguridad pública; (6) acompañar todas estas medidas con una campaña publicitaria adecuada; (7) destruir inmediatamente las armas requisadas a la delincuencia común y organizada; y (8) ajustar las leyes que sean necesarias para aplicar estas acciones en el corto plazo.
Estas medidas surgen de un sencillo diagrama de causas y efectos; por ejemplo, si las armas sirven para matar, entonces quitemos las armas. Es claro que de los expertos en seguridad del Gobierno esperamos propuestas mejor desarrolladas y elaboradas que las aquí expresadas. Sin embargo, la sensación que queda en la población a un poco más de siete meses de la toma de posesión de este Gobierno es que no tiene un conocimiento detallado del problema que enfrenta. Si esto es cierto, cada día las medidas que se tomen se convertirán en fracaso y lo de "no cometer errores" se quedará en un discurso bonito.
El matemático ruso Genrich Altschuller, creador de la metodología TRIZ (Theory of the Solution of Inventive Problems) aplicada en innovación tecnológica, decía que "la descripción detallada de un problema es la que conduce a soluciones creativas". El tiempo necesario para conocer el problema a profundidad parece que ha sido ignorado por el Gobierno; mientras no dé este paso le será difícil encontrar una solución adecuada. Se caerá, entonces, en errores como el de usar a la Fuerza Armada en tareas de seguridad o se caerá en simplezas como la sugerida por un ex director de la PNC, que expresó que no hay que darle vueltas a las cosas ya que el problema son las maras.
La metodología TRIZ se fundamenta en tres pilares fundamentales: (1) definir el problema como un sistema, (2) usar el conocimiento existente y (3) buscar analogías y similitudes con otros problemas similares ya resueltos. El primer pilar es la clave: pasar del problema concreto a su abstracción (visto como un sistema) es lo que facilita llegar a la solución. Pero para ello es necesario utilizar técnicas científicas que permitan describir el problema.
Primero se debe agotar una lista rápida de preguntas: ¿qué es lo que se quiere mejorar?, ¿qué recursos se pueden utilizar?, ¿por qué se presenta el problema?, ¿cuál es la frontera del problema a resolver?, ¿qué criterios se asumirán para buscarle solución al problema?, ¿cuál ha sido el historial de intentos para resolver este problema? Luego, hay que analizar el problema como un sistema, y para ello se construye un diagrama causa-efecto que permite abstraer el problema identificando funciones útiles y dañinas para el sistema. Una vez lograda la abstracción del problema se busca el sistema ideal (un ejercicio mental), lo que permite anticipar y detectar los errores que podrían cometerse en la solución del problema que se escoja. Solo después del conocimiento detallado del problema se pueda pasar a la ejecución de los siguientes dos pilares de la metodología TRIZ.
A estas alturas, ya no es válida la excusa de que el problema es heredado; ahora lo que la sociedad quiere son soluciones concretas. La idea de aplicar la metodología TRIZ a estos problemas cobra legitimidad a partir de la conclusión que formuló Altschuller luego del estudio de 2.5 millones de patentes: "Muchos problemas ya han sido resueltos bajo otros nombres y en otros campos del saber, pero en su esencia son comparables desde el punto de vista de sus contenidos".