El 26 de marzo se inauguró en la UCA el proyecto de acceso de Internet inalámbrico en 38 aulas de los edificios "A" y "B", y en las aulas magnas. Con esta expansión, de 132 Mbps con tecnología WiMAX, se alcanza una cobertura de casi el 100% en el campus. Adicionalmente, este mes se aumentará la capacidad de Internet dedicado de 54 Mbps a 80 Mbps, lo que, junto con la implementación de un proceso de autenticación centralizada para acceder a la red inalámbrica, racionalizará y hará más eficiente el uso del recurso. Aun cuando el aumento de infraestructura del servicio de Internet es un gran logro, el desafío principal se traslada ahora a la academia, que deberá lograr una integración efectiva y armoniosa entre tecnología (infraestructura TIC) y educación.
Por lo general, lo más fácil y rápido es usar las TIC para sustituir tareas frecuentes de la educación presencial, como la distribución de material bibliográfico en formato digital, la atención de consultas o la aclaración de dudas de los estudiantes en foros a través del aula virtual, entre otras. Sin embargo, el verdadero reto de la academia está en cómo integrar las TIC en la construcción de un modelo pedagógico propio de la UCA, que aproveche al máximo las capacidades colaborativas de trabajo en red y de autoaprendizaje que posibilitan estas tecnologías.
Por supuesto, este modelo debe partir de al menos dos consideraciones. Por un lado, debe cumplir con la misión de la UCA orientada al cambio social y al estudio de la realidad nacional como su principal asignatura; y, por otro, debe reconocer el magis de la pedagogía ignaciana, en el sentido de que "lo que satisface al alma —como dice Ignacio— no son muchos trozos de conocimientos superficiales y de información, sino un profundo entender y apreciar lo que es más importante de todo" (Valencia Molina y Manrique Grisales, 2012). Esto último es fundamental, ya que un uso inadecuado de las TIC puede conducirnos fácilmente a vivir en la superficialidad e inmediatez de la información, sin llegar al fondo de las cosas, que solo se alcanza a través del rigor de la investigación. En otras palabras, este modelo pedagógico debe considerar que, en el largo plazo, la generación de conocimiento es más importante que la gestión de ese conocimiento facilitado por las TIC.
Para finalizar, es oportuno indicar que el éxito de cualquier intento de avanzar en la integración de las TIC y la educación pasa por que la comunidad universitaria asuma una actitud favorable hacia el desarrollo científico y tecnológico, y encuentre el gusto por el cambio tecnológico y la innovación. El desarrollo de las TIC en el campus hace posible que el aula de clase se convierta ahora en un espacio físico abierto, en el cual se instala un nuevo ambiente para fortalecer el proceso enseñanza-aprendizaje. En este nuevo ambiente, los maestros y estudiantes (actores activos) se comunicarán y compartirán información, a la vez que construirán conocimiento. Está claro que para que esta interacción en el aula se dinamice, se requiere de auténticas comunidades de aprendizaje, en las que la colaboración en red, el autoaprendizaje y el análisis e incorporación de las tecnologías emergentes (computación móvil, contenido abierto, realidad aumentada, entre otras) sean elementos indispensables.