Infierno carcelario, infierno social

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Rodolfo Cardenal
05/10/2017

Un significativo sector de la opinión pública desea visceralmente la aniquilación de los pandilleros de la mano de la represión estatal, en este mundo, y de la justicia divina, en el otro. Esta corriente de opinión no repara en los derechos del criminal; ni en el quinto mandamiento, que prohíbe matar; ni en la misericordia insondable de Dios, que siempre busca a la oveja perdida. El Gobierno no solo se identifica con esa opinión, sino que, además, la ha cultivado con especial cuidado, en gran medida para ocultar que la situación se le ha salido de las manos. De esa manera, ha convertido las cárceles en una especie de infierno terrenal, antesala del infierno eterno. No hace mucho, el ministro de Justicia y Seguridad Pública mostraba con orgullo a la prensa los nuevos calabozos. La cárcel no es un sitio de regeneración para facilitar una posterior reincorporación en la sociedad, sino un espacio de horror, humillación y sufrimiento indecible.

Pero el hacinamiento, la mala alimentación, la ausencia de condiciones sanitarias mínimas y la falta de atención médica han facilitado que las cárceles (en particular, las mal llamadas “de máxima seguridad”) se hayan convertido en focos activos de tuberculosis, una enfermedad altamente contagiosa y mortal. El tratamiento de la tuberculosis es caro y prolongado, no menor a seis meses, con el agravante de que el bacilo se suele volver resistente al antibiótico. El año pasado, según estimados confiables, los reclusos tuberculosos eran alrededor de 900. Este año, son un poco menos. El contagio puede ser interpretado como castigo divino o, al menos, merecido. El problema es la enorme facilidad de transmisión de la tuberculosis, a través de todas aquellas personas y objetos en contacto con los reclusos enfermos. La posibilidad de contagio es real, porque ellos no están aislados ni son tratados adecuadamente.

Así, pues, el infierno puede saltar de las cárceles a la población. La más afectada será la más vulnerable, esto es, la peor alimentada, la que vive en condiciones insalubres y sin atención médica mínima. Pero no será la única: el contagio también amenaza al resto. Los focos de infección de las cárceles ya han hecho de la tuberculosis un problema de salud pública. Hasta ahora, la enfermedad estaba controlada, pero los infiernos creados por los Gobiernos de Arena y del FMLN para castigar a pandilleros acechan a toda la población. El sistema de salud pública, ya rebasado por una demanda creciente y por una oferta cada vez más reducida de servicios, se enfrenta a una enfermedad muy contagiosa y mortal, para la cual no está preparado. La “marca país”, que con tanto interés promueve el Ministerio de Turismo, corre el peligro de venirse abajo una vez El Salvador sea identificado como una zona con tuberculosis. El Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, encargado de velar por el bienestar ciudadano, atenta contra la salud pública. Mientras el Ministerio de Educación impone una alimentación sana en las cafeterías escolares, las cárceles son un foco de infección. Las otras dependencias gubernamentales observan el fenómeno con indiferencia.

Epidemias como la tuberculosis son más mortíferas que las pandillas y los escuadrones institucionales de limpieza social. El desmesurado instinto de venganza y el inmediatismo no solo han elevado la cantidad de homicidios, sino que, además, han creado un foco adicional de mortalidad. La dimensión estructural de la realidad hace que lo que ocurre en el interior de las cárceles repercuta, negativamente, en la sociedad exterior. Las medidas extraordinarias no podrán impedir que la tuberculosis se transmita a través de visitantes, vigilantes y personal de servicio, y de eventuales liberaciones, aun cuando los favorecidos no sean pandilleros.

La tuberculosis es una muestra palmaria de que la cárcel, a pesar de las medidas extraordinarias, no es una realidad aislada del resto de la sociedad. En realidad, las prisiones son un reflejo de la convivencia social, tanto por quienes están recluidas en ellas como por el tipo de régimen que se les impone. En la medida en que la vida del penal es inhumana, también lo es la del exterior. El infierno de “los malos” incluye, de una u otra manera, a aquellos que se consideran ciudadanos ejemplares, ajenos a la perversión y la corrupción que prevalece en la sociedad. La lucha no es contra fuerzas sobrenaturales, sino contra acciones humanas, motivadas por el egoísmo, la avaricia y la corrupción. Estas acciones configuran estructuras que, en un segundo momento, promueven nuevas acciones contra la vida, la convivencia solidaria y la dignidad humana. Esa estructura malévola es la que debe ser desarticulada con acciones benévolas.

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Anónimo
10/10/2017
15:59 pm
Los pueblos tienen los gobernantes y crisis que se merecen. Si nuestra sociedad fuera de bien, es decir, si no fuésemos tan indiferentes y en lugar de \'whatsapear\' tanto nos organizáramos como sociedad civil para erradicar la corrupción; si en lugar de llegar a ver tanto \'cable\' , dedicásemos algunas horas al servicio comunitario; si en lugar de criticar tanto actuásemos formando organismos legales que velasen por erradicar las injusticias y abusos que comete la PNC, la Fiscalía, el TSE, etc. Si en lugar de exigir el \'ojo por ojo\', nos integrásemos para apoyar programas contra la pobreza (que es uno de los factores que ha conformado a los pandilleros); si en lugar de creernos justos jueces, con derecho de tirar la \'primera piedra o la primera bala\', trabajásemos en conjunto para transformar el egoísmo y las vanalidades de nuestro pueblo en generosa solidaridad; si luchásemos por hacer valer la constitución y la dignidad humana, nuestra realidad sería mucho mejor.
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Anónimo
10/10/2017
15:10 pm
bravo bravisimo , demole mejores condiciones a los pobres pandilleros, se lo merecen , es inhumano; si, Dios los esta castigando adelantado por lo que hacen e hicieron , los castiga aqui y alla en la hora del juicio , tambien se quemaran por la eternidad. si fueran de bien no estarian en esos lugares
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Anónimo
07/10/2017
10:30 am
Totalmente de acuerdo, Padre Cardenal. Y para quienes esgrimen argumentos tales como \"no defiendan a los criminales...pregúnten a las viudas y huérfanos cómo se sienten..\", les recuerdo que, desde hace décadas, la UCA y otros organismos nacionales e internacionales, han propuesto medidas de atención a los más pobres, de inversión en programas sociales serios, de lucha contra la corrupción, etc. ¿Qué caso han hecho de ello nuestros asqueantes políticos? ¿Hemos los salvadoreños dejado nuestra indiferencia, egoísmo, hedonismo e individualismo para volcarnos a trabajar por nuestros hermanos pobres? En oriente, donde más llegan las remesas, es donde hay más antenas de telefonía móvil, indicando que este es un nicho de lucro para las telefónicas. Alguien dijo por TV que \"prefería no comer a quedarse sin saldo\". Y así, con todo cinismo, nos consideramos justos jueces, sin nada que ver con las estructuras que crearon los criminales que ahora muchos quieren aniquilar.
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