En este ciclo académico regresamos a las aulas en modalidad presencial. Muchos estudiantes vuelven al campus universitario después de tres años difíciles y con mucha incertidumbre debido a la pandemia de covid-19. En todo ese tiempo, en el que se impuso la cuarentena como medida para proteger la salud, comenzamos a comprender la importancia de lo “natural”.
Cuando las personas caminan dentro de la Universidad, lo suelen hacer pensando en llegar a algún edificio en particular; se dirigen a un aula, una oficina o un departamento. En pocas ocasiones los que en algún momento circulamos por el campus nos detenemos a ver más allá de los edificios y otras infraestructuras. Las áreas verdes de la Universidad forman parte de esa infraestructura y, aunque para muchos estudiantes o empleados pueden ser únicamente zonas ornamentales o de esparcimiento, son espacios de gran importancia para una enorme variedad de organismos.
El campus de la UCA es biodiverso. El término “biodiversidad” fue acuñado en 1985 por el biólogo estadounidense Edward Osborne Wilson en el Foro Nacional sobre la Diversidad Biológica de Estados Unidos. Sin embargo, tomó auge en la Cumbre de la Tierra celebrada por la ONU en la ciudad de Río de Janeiro en 1992. En la Cumbre se presentaron varios acuerdos internacionales que buscaban minimizar el notorio avance de la degradación del medioambiente; uno de ellos fue el Convenido sobre la Diversidad Biológica. Este convenio consolidó la definición más aceptada y extendida de “biodiversidad”: “La variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros sistemas acuáticos, y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas”.
Entendemos, entonces, que en el campus de la UCA existe una gran variedad de organismos habitando entre los espacios verdes, la infraestructura y, en fin, entre nosotros. En otras palabras, estamos coexistiendo; el espacio es compartido por un gran número de organismos, entre los que destacan plantas, aves, insectos, mamíferos, hongos y otros seres microscópicos que no nos es posible observar a simple vista. Todos ellos cumplen una determinada función y habitan en esta pequeña isla verde en el océano de concreto de nuestra área metropolitana, porque, de hecho, el campus es una pequeña isla de biodiversidad.
En el año 2013, Salvador Solórzano, biólogo y docente de la UCA, realizó un inventario de la flora presente en el campus. Entre sus resultados destaca la presencia de aproximadamente 1,175 árboles pertenecientes a 94 especies diferentes. Lo anterior demuestra que, aunque no parezcan importantes, estos pequeños espacios verdes se convierten en el hábitat de muchos organismos, en su hogar. Aquí las diferentes especies buscan su alimento, construyen sus nidos o madrigueras, compiten por el territorio, depredan y se reproducen. En este espacio se forma un microecosistema que aporta beneficios o servicios ecosistémicos.
Los árboles y plantas que adornan nuestro campus no solo son "bonitos", sino que también desempeñan funciones que nos benefician. Por ejemplo, regulan el microclima, proveen oxígeno y alimentos, y ayudan a captar el agua. Algunas aves e insectos cumplen con la función de polinizar; sin ellos no habría frutos y semillas. Otros animales, como los murciélagos, tacuacines, armadillos y zorros grises, cumplen una función de dispersión: se encargan de llevar las semillas y frutos de los árboles de un lugar a otro. Además, algunos mamíferos controlan plagas como insectos o roedores, los cuales tienden a proliferar en los espacios urbanos. Algunas especies incluso pueden proveernos de principios activos para combatir ciertas enfermedades.
La biodiversidad nos provee beneficios, dependemos de ella. Es fundamental conocerla, respetar sus espacios, conservarla y difundir sus contribuciones a la gente. En el caso de nuestro campus, reconocer la biodiversidad que lo habita y sus valores intrínsecos es crucial. Solo de esa manera podremos tomar las mejores estrategias para su conservación. Necesitamos cuidar a las diferentes especies que comparten con nosotros este pequeño espacio, porque todos ellos también forman parte de la comunidad universitaria.
* Maryory Velado Cano, docente del Departamento de Ingeniería de Procesos y Ciencias Ambientales.