Después de pasar ochenta y cinco días en huelga de hambre, el cubano Orlando Zapata Tamayo murió el lunes 23 de febrero. Este hombre de 42 años, que trabajaba como albañil antes de ser detenido, protestaba por las condiciones carcelarias de los presos políticos en Cuba y pedía la liberación de otro disidente.
Zapata Tamayo tenía cerca de siete años de estar en prisión. Lo habían condenado a tres años de cárcel por desacato, desorden público y desobediencia, pero su actitud retadora ante las autoridades hizo que le acumularán penas hasta llegar a los 25 años.
El miércoles, las autoridades cubanas habían sitiado la ciudad de donde era originario el fallecido; impedían que otros opositores acudieran a su vela y a su entierro. También imposibilitaron que varios opositores salieran de sus casas para que no participaran de los actos fúnebres de Zapata Tamayo.
Es lamentable que una persona se deje morir de hambre para protestar. Es condenable que deba llegar a ese extremo. Es repudiable que no se haya hecho nada para evitar que Zapata Tamayo muriera en un acto de protesta.
Quienes han sido tradicionalmente defensores irracionales del actual régimen cubano, seguro hubieran condenado un hecho similar de ocurrir en un gobierno al que consideran de derecha. No obstante, quienes han optado por la dignidad y los derechos humanos deben condenar esto sin importar el color de quienes dirigen un país.
Orlando Zapata estaba en una prisión estatal. El Estado cubano había decidido quitarle su libertad y recluirlo. Lo consideró un peligro para el régimen y lo separó del resto de la sociedad. Por eso, Raúl Castro y el grupo que gobierna Cuba eran responsables de cuidar su integridad y su vida.
Constantemente se ha cuestionado a Cuba por la restricción de libertades de sus ciudadanos. Sus opositores afirman que no se respetan los derechos humanos. Lo ocurrido el lunes en Camagüey refuerza estas acusaciones.
La Revolución Cubana inició por la tiranía de Fulgencio Batista. Fidel y Raúl Castro, junto a otro grupo de supuestos revolucionarios, querían derrocar a Batista para evitar el sufrimiento de la gente más humilde. Más de cincuenta años después, durante la dictadura de los que antes eran revolucionarios, ha muerto Orlando Zapata Tamayo, un albañil, un cubano que se dejó morir de hambre para protestar.