Fieles a la gente y a su palabra

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Editorial UCA
30/05/2013

Nuestra más reciente encuesta de evaluación de la gestión gubernamental, presentada como todos los años en vísperas del 1 de junio, refleja una realidad no halagüeña. Esto se constata en varias de las percepciones de la población encuestada. Más de la mitad considera que la violencia y la delincuencia constituyen el principal problema del país, y un 42.4% valora como tal las dinámicas asociadas a la precaria situación económica. A juicio de la gente, las promesas que menos se han cumplido son la reducción de la pobreza (para el 47.8%) y la creación de nuevos empleos (para el 61.1%). En consonancia, 46 de cada 100 salvadoreños opinan que la situación económica ha empeorado. En lo relativo a la inseguridad, 72 de cada 100 personas consideran que la tregua ha reducido en poco o nada la delincuencia, y 24 de cada 100 dicen haber sido víctimas de algún delito en el último año. Esta difícil situación provoca que 38 de cada 100 personas tengan deseos de emigrar.

Sin embargo, llama la atención que pese a lo anterior, el Gobierno resulta bien evaluado. El presidente y su equipo son calificados con una nota de 6.87, muy cercana a la que se les adjudicó en sus primeros años de gestión y muy por encima de las notas obtenidas por sus predecesores en el cuarto año de funciones. Más de la mitad de la población considera que la administración Funes ha implicado un cambio positivo para el país y el 71.3% de la gente piensa que su gestión ha sido buena o muy buena en el último año. Ante esto, la pregunta obligada es ¿cómo puede evaluarse tan positivamente una gestión gubernamental en una realidad como la que vive y sufre la ciudadanía? En primer lugar, el Gobierno está bien calificado por los programas sociales que ha implementado, principalmente la entrega de paquetes escolares y por Ciudad Mujer.

De acuerdo a la encuesta del Iudop, son los sectores más pobres, los de menores niveles educativos, las mujeres, los jubilados, los que viven en la zona rural y los sectores obreros los que mejor califican al Gobierno. Es decir, son los sectores precisamente beneficiados con los programas sociales: los campesinos que reciben las semillas mejoradas y las escrituras de propiedad, las familias urbanas y rurales receptoras del bono económico en salud y educación, las mujeres beneficiarias del PATI y de Ciudad Mujer, los ancianos que reciben la pensión simbólica. Por más que no solucionen estructuralmente los problemas del país y por más que los adversarios políticos los descalifiquen tachándolos de populistas, de acuerdo a la encuesta, estos programas son altamente valorados. Quizá los sectores medios urbanos y los más ricos de El Salvador, al desconocer la dureza de la realidad que viven los más pobres, no tienen idea de lo importante que son para ellos esas ayudas que con tanta ligereza se descalifican por ser asistencialistas y por considerarlas un despilfarro.

En segundo lugar, de acuerdo a la percepción de la gente, la crítica situación del país no es responsabilidad primera del Gobierno de Funes. 38 de cada 100 encuestados creen que la culpa recae en la crisis mundial y el 24.4% dice que es responsabilidad de los Gobiernos anteriores. En general, el 46% de los ciudadanos cree que la actual administración beneficia a los más pobres y que hace lo que puede en un país que recibió en malas condiciones. Sin embargo, lo que más ha sorprendido a propios y extraños son los resultados de la encuesta en materia político-electoral, que ponen a la cabeza de las preferencias al candidato del FMLN, con un 36% de opiniones favorables, frente al 28% que favorece a Saca y el 24.9% que prefiere a Quijano. En la intención de voto por partido, el FMLN obtiene el 44.1% de las preferencias, frente a solo un 25% de Arena. Otro 18.5% se reparte entre los partidos que apoyan la candidatura de Antonio Saca, incluyendo a su movimiento Unidad.

Estos datos son los que han generado más reacciones, sobre todo porque otras encuestas arrojan resultados diferentes. Hace falta madurez para reflexionar sobre los sondeos de opinión con la cabeza, no con el hígado. Lo que la encuesta de la UCA refleja no es más que lo que desde hace ratos se viene anunciando: el voto de la derecha se está dividiendo. Si de haber solo dos candidatos en contienda el FMLN hubiese obtenido el mismo 44.1% de intención de voto y Arena el 43.5%, entonces se estaría hablando de una lucha cerrada, sin necesidad de recurrir a desacreditar los resultados del sondeo. Pero lo que el cruce de variables arroja es que el voto de la derecha se está partiendo, es decir, la candidatura de Saca le está restando votos al candidato de Arena: un buen porcentaje de las personas que declaró preferir a Arena como partido no le da el voto a Quijano, sino a Saca.

Pero más allá de esta interpretación, lo fundamental es entender que una encuesta es una técnica de investigación con base en preguntas a una muestra de personas, seleccionadas siguiendo reglas científicas a fin de garantizar que esa muestra sea, en su conjunto, representativa de la población general. Por lo menos así lo entendemos en la UCA. Las encuestas no han sido, ni son, ni deben ser una predicción de resultados electorales. Solo muestran, como una fotografía, las preferencias electorales en el instante en que se realizan. Otra cosa muy distinta es que algunos partidos políticos, en alianza con casas encuestadoras, utilicen los sondeos de opinión como parte de la estrategia electoral para captar votos. "El que las hace se las imagina", dice un refrán popular. Los 27 años del Iudop en la labor de tomarle fielmente la palabra al pueblo salvadoreño son la mejor evidencia de profesionalismo, honestidad y compromiso con la verdad y con el pueblo al que queremos servir.

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