Es casi seguro que si Arena o el FMLN hubiesen ganado las elecciones presidenciales no habrían dado sus votos la semana pasada para la ampliación de la cobertura médica para los hijos de los cotizantes del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) hasta la edad de 18 años. Por lo menos, no del modo en que lo hicieron. En sí mismo, el aumento de la cobertura es una acción necesaria y, por tanto, constituye buena noticia. El problema es el tiempo y el modo en que debe cumplirse la medida. La salud no mejora por decreto. Pretender hacerlo cerrando los ojos a la crítica realidad del ISSS es, por lo menos, un acto de irresponsabilidad, cuando no de demagogia. Si no se hace bien, la buena noticia puede convertirse en frustración.
Probablemente la acción de los legisladores de los partidos todavía mayoritarios en la Asamblea Legislativa sea un adelanto de su tónica general de actuación para los próximos dos años. Arena y el FMLN buscarán mostrarse sensibles ante todo tipo de demandas y tendrán la buena voluntad de dar sus votos para aprobarlas. Total, del 1 de junio en adelante, serán oposición y pasarán la responsabilidad de hacer realidad esas demandas al Gobierno. Cómo este resuelva, ya no será asunto de ellos.
Es absolutamente irresponsable ponerle más carga al Seguro Social sin brindarle más recursos ni darle un plazo prudencial de reacomodo. El aumento de beneficiarios de entre 12 y 18 años requiere de más instalaciones, más equipo y de más personal especializado. La ampliación de la edad de cobertura, aprobada con 73 votos, entrará en vigencia dentro de un año, un tiempo demasiado corto que anuncia un escenario caótico, como ya lo ha advertido el propio ISSS y el Colegio Médico.
La idea de dar cobertura médica a los hijos de los derechohabientes hasta los 18 años no es nueva. Ya en años anteriores diversas organizaciones la plantearon, y nunca fueron escuchadas. También instancias externas, como la OIT, han denunciado que cubrir a los hijos de los derechohabientes solo hasta los 12 años contradice normas y convenios internacionales. Sin embargo, la extensión de la cobertura debe lograrse cumpliendo ciertas condiciones mínimas.
La primera es que la incorporación sea gradual, tanto en la incorporación de los nuevos beneficiarios como en los servicios que se les brinden, hasta completar el universo completo en ambos aspectos. La segunda, que el ISSS cuente con más recursos económicos. Si casi la totalidad de los ingresos del Instituto provienen de las cotizaciones, lo lógico es que, como ya se hizo en 2015, se suba el techo de cotización para atender dignamente a los jóvenes de entre 12 y 18 años. La tercera condición es capacitar al personal y contratar más profesionales especializados, lo que también requiere de presupuesto extra.
Dada la conocida precariedad del Seguro Social, será prácticamente imposible dar cuerpo al decreto con dignidad y calidad. Por eso, aprobar la ampliación de la cobertura para que entre en vigencia dentro de un año solo puede deberse al desconocimiento de lo que se vota o a una estrategia política equivocada y perniciosa. La ampliación es necesaria y positiva, sí, pero hay que implementarla bien, no solo ordenándoselo al ISSS, sino creando las condiciones para que lo legislado se cumpla.