Iniciamos ya la última etapa de la campaña electoral. Apenas les quedan quince días de proselitismo a los candidatos a diputados y alcaldes. En estas dos semanas, se intensificará la campaña y, consecuentemente, el gasto de recursos; dineros que son un despilfarro si se considera que, según el último sondeo del IUDOP, los votantes salvadoreños poco caso hacen a este preámbulo electoral. Consultada la población salvadoreña sobre los factores que definen su voto, apenas un 7% declara que decide su voto por la campaña que hacen los candidatos. En el caso de las elecciones municipales, para el ciudadano el factor más importante a la hora de decidir su voto es el candidato a alcalde; en segundo lugar, el trabajo político que haya realizado el mismo; y en tercer lugar, el partido político al que representa. En esta línea, no debe perderse de vista que 8 de cada 10 votantes afirman conocer muy bien a los candidatos a ocupar la silla edilicia de su localidad.
Diferente es el panorama en el caso de la elección legislativa: los candidatos a diputado son mucho menos conocidos por sus electores. Según el sondeo del IUDOP, solo la mitad de la población dice conocer a los candidatos a diputado por su departamento. Es por ello que en este tipo de elección los factores que deciden el voto son distintos. En primer lugar, se tiene en cuenta al partido político; luego, al candidato; y finalmente, el trabajo político realizado.
Bien harían los partidos políticos en tomar nota de esta poca influencia de sus campañas en el electorado. En respuesta a lo que los ciudadanos desean, en lugar de optar por la alharaca, deberían más bien acercarse a la población, dándose a conocer entre los posibles electores y realizando un buen y sostenido trabajo a favor de la gente. Este tipo de campaña, que va más allá del período electoral, les posibilitaría conocer mejor las demandas y necesidades ciudadanas para tenerlas en cuenta durante sus mandatos. Esto sería mucho mejor, más útil y efectivo, que las vacías campañas de estos días.
Una vacuidad que, sin embargo, no parece haber desalentado el voto, pues dos terceras partes de los salvadoreños dicen estar interesados en ir a votar y una gran mayoría es muy consciente de la importancia de las elecciones para el adecuado funcionamiento de la democracia. Además, hay claridad de que del resultado de las elecciones depende que las cosas mejoren y se produzcan cambios beneficiosos. El pequeño grupo que afirma que no acudirá a las urnas (el 14% de los encuestados) aduce que no sirve de nada votar o que está desencantado de los partidos políticos. Por otra parte, un poco menos de la mitad de la población afirma no tener un partido de preferencia. Y ello explica que un 50% de los electores aún no haya decidido por quién votar. En el otro 50%, el de los decididos, solo la mitad declara que su preferencia no está sujeta a cambio.
Esta indecisión responde en parte a la incapacidad de los partidos políticos de responder a las demandas de la población y ganarse adeptos que les tengan plena y sostenida confianza. A pesar de que el electorado salvadoreño es muy consciente de que las cosas no serán igual dependiendo de quién gane las elecciones, no tiene muy claro quiénes son los mejores candidatos para resolver los graves problemas del país. Si se ha desencantado del FMLN porque este no ha sido capaz de materializar el cambio que tanto ha pregonado, tampoco confía en Arena por los 20 años en los que ejerció el poder sin tener en cuenta las demandas de la población y entregando los recursos del país en manos de unos pocos. Ello vuelve más reflexivos a los electores que no forman parte del voto duro partidario y pone en una situación difícil a los institutos políticos.