Desde tempranas horas del viernes 6 de noviembre, la gente del municipio de La Laguna, en Chalatenango, comenzó a prepararse para una fiesta: la inauguración del Centro de Formación Integral "San Francisco Xavier" para la niñez y la juventud discapacitada.
El Centro fue construido gracias al apoyo de la Comunidad de Madrid, Economía y Colaboración Solidaria con las Personas Sordas (ECOSOL-sord), y la UCA, así como a la colaboración de los habitantes del lugar. "Toda ayuda fue valiosa, desde quien dio un dólar o ayudó a hacer tamales para la celebración hasta quien donó un ternero para que lo rifáramos y obtener recursos, porque sin esa dedicación, jamás habría sido posible alcanzar este gran sueño que hoy es una realidad", explica Manuel Cubías, párroco de la localidad y principal impulsor de la obra.
Hace un año, el Centro parecía un sueño difícil de alcanzar. Sin embargo, el trabajo conjunto y la ayuda solidaria posibilitaron que los niños discapacitados de la zona tengan un lugar donde poder desarrollarse y aprender a valerse por sí mismos. "Antes (...) las familias que tienen niños especiales solían mantenerlos en las casas, encerrados, y los trataban como bebés. Hoy, les estamos enseñando a darles la oportunidad de que se desarrollen para que logren vivir como cualquier otra persona", cuenta Cubías. Palabras que cobran cuerpo en el testimonio de María Ayala, madre de uno de los alumnos invidentes del centro: "Desde que mi niño ha comenzado a venir a estas clases, he notado un gran progreso en él. Ahora ya come solo y está aprendiendo a caminar sin ayuda".
Según el párroco, la decisión de nombrar así al Centro se debe al santo jesuita Francisco Xavier, quien "fue un hombre que soñó y alcanzó, y lo que queremos es que este sea un lugar para soñar en grande".
Por su parte, el jefe del Departamento de Ciencias de la Educación de la UCA, Mauricio Trejo, comenta que la idea del proyecto nació a partir de una plática con Manuel Cubías, que estaba preocupado por la cantidad de niños con discapacidades en La Laguna.
Así, antes de echarlo a andar, el padre Cubías organizó, junto a los líderes de la comunidad, un censo para saber cuántos niños y jóvenes con discapacidad había en el municipio. A la fecha, el Centro atiende a 36 menores, es decir, un poco más de la mitad de los censados.
"Ahora, lo que resta es cuidar lo que se ha conseguido para que este proyecto no se pierda, pues brindará un servicio enorme a todas las comunidades", afirma el sacerdote. Trejo asegura que la Universidad continuará ayudando para contribuir al desarrollo de los jóvenes y niños discapacitados.