Realidad antes que ideología

La semana pasada, las fundaciones Fusades y Fundemas, de pensamiento de derecha, trajeron al politólogo Francis Fukuyama a impartir una conferencia, en la cual expresó dos frases que fueron recogidas por la prensa escrita nacional y que es bueno repetirlas. La primera se refiere a la inequidad en el ingreso: "La región, aunque ha avanzado en las reformas económicas, no ha logrado distribuir la riqueza y mantiene una estratificación social, económica y racial heredada de la colonia y que ha beneficiado a las élites oligárquicas"; la segunda, al tema fiscal: "El problema de Latinoamérica es la incapacidad de poner impuestos a las élites".

En realidad, Fukuyama no dijo algo nuevo; la UCA y otras instituciones del país han repetido esto desde hace décadas. Lo importante de sus declaraciones es que ponen en el centro de la discusión nacional el tema de la inequidad y en cierta medida legitiman la necesidad de profundizar la reforma fiscal iniciada este año por el Gobierno.

Las manifestaciones de la inequidad en El Salvador han producido emigración y pérdida de capital humano, violencia, desintegración familiar, delincuencia, inseguridad nacional, etc. Somos un país en crisis socioeconómica y política permanente; muy diferente al país próspero descrito hace más de un año por un economista, quien decía que, de seguirse con el sistema de libertades y sus logros macroeconómicos, en diez años El Salvador estaría al nivel de desarrollo que tenía España en aquel momento.

Con esta conferencia Fusades lanzó su departamento de estudios políticos. Y en el evento tuvo sentado al Coena en primera línea, quizás con la intención de cumplir con el dicho popular: "Que lo diga Pedro para que lo entienda Juan". Efectivamente, Arena necesita airearse el pensamiento; sus viejos lastres no lo dejan avanzar. La renovación del partido pasa por cambiar su ideología anticomunista; cambiar o actualizar su propuesta de modelo económico; cambiar su estrategia electoral basada en el miedo; desmontar el aparato de desinformación mantenido con la ayuda de ex guerrilleros —muy buenos para crear historietas—. Arena puede empezar su cambio por cosas fáciles aunque dolorosas, como renunciar a su himno. Con solo eso estaría dando muestras de renovación.

La continuidad de Arena como partido depende indirectamente del comportamiento del FMLN. Mientras este último más insista en el socialismo del siglo XXI o en la incorporación al ALBA, más se fortalecerá Arena. En este sentido, lo más adecuado es que el FMLN se deje conducir por Funes, quien se identifica más con la persona común y corriente, y puede aportar la practicidad política que le falta a algunos miembros del Fmln, que siguen atrapados en sueños de revolución, de lucha antiimperialista, y en un socialismo que no han podido definir con claridad.

Ya la población está cansada de ideologías foráneas, y Funes, a su manera, le está devolviendo un poco de credibilidad a la "clase política"; credibilidad que el Frente debería capitalizar antes que caer en la trampa de la derecha de romper la relación Funes-FMLN. Así las cosas, los esfuerzos del FMLN deberían enfocarse en crear un modelo de desarrollo propio, que se concentre en pocas cosas pero que muestre resultados a corto plazo.

Dos ejemplos de conducción política podrían ayudar en ese sentido; el primero de ellos debido a Lula y el segundo, a Obama. El presidente Lula dijo en una entrevista a CNN que su período presidencial solo tenía cuatro años y que estos eran muy pocos como para perderlos en discusiones ideológicas de geopolítica cuando millones de brasileños viven aún en la pobreza. Por su parte, el presidente Obama dijo que uno de sus objetivos era impedir que las personas que trabajan a tiempo completo vivan en la pobreza.

Aquí hay dos ideas importantes: no caer en la trampa de los debates ideológicos etéreos y tratar de resolver el problema del empleo de manera urgente. Suficientes problemas tiene la población en su vida diaria como para seguir apostándole a una polarización ideológica que es conveniente para la derecha.