Un caso singular

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Desde hace varias semanas, damos seguimiento al caso del padre Toño. Y a medida que avanza el tiempo, son más claras las irregularidades en el proceso. Por un lado, las pruebas que maneja la Fiscalía, aunque solamente han aparecido resumidas en algunos medios de comunicación, parecen muy débiles. Las agrupaciones ilícitas no pueden presumirse a partir de conversaciones, y menos si la persona acusada trabaja en la rehabilitación de delincuentes pertenecientes a dichas agrupaciones. Añadir un testigo “criteriado”, exmiembro de la agrupación y en la actualidad peleado con la misma, no le añade fuerza al asunto. En el tráfico de influencias, otro delito, falta saber con qué funcionario se traficó la influencia, si consta la culpabilidad de este en ese tráfico e incluso si es el propio funcionario el que acusa al sacerdote de intento de soborno, obtención de ventajas o cualquiera de los mecanismos que tipifican el delito de tráfico. Sin funcionario, no hay delito. Y este brilla por su ausencia en la acusación. Y en el tráfico de objetos prohibidos, la acusación se basa en los resultados de intervenciones telefónicas, a partir de los cuales la Fiscalía interpreta que hubo voluntad de introducir objetos prohibidos. Pero dado que las intervenciones telefónicas se produjeron antes de que se cometiera el supuesto delito, los registros de entrada habrían sido mucho más cuidadosos. Si incluso sospechando que se iban a introducir objetos no se encontró nada en los registros, que el P. Toño pudiera acceder a la cárcel es prueba de que no introdujo nada ilícito. No hubo delito, por tanto.

Por otra parte, se ha dividido la acusación de los tres supuestos delitos en dos partes, dirigidas a juzgadores en momentos diferentes. La intención parece no ser técnica, sino para impedir que el P. Toño pueda ser juzgado en libertad. Además, dado que se trata de procesos en juzgados especiales, el juez dispone de dos años para realizar la instrucción. Así, el religioso, aun siendo acusado con pruebas bastante débiles, podría estar preso dos años, aunque al final resultara inocente. El trato hacia él ha sido duro; la Fiscalía lo ha tildado de “traidor”. La poca precisión jurídica de calificativos como ese hace pensar en una necesidad fiscal de apoyarse en un juicio más mediático que jurídico.

Frente a todo esto, es necesario recalcar que el trabajo de rehabilitación de delincuentes no es una tarea sencilla. La Constitución de la República, en el artículo 23, consigna que es obligación del Estado tener centros penales en los que, entre otras funciones, se trabaje en la readaptación social de los delincuentes. Sin embargo, las cárceles tienen serias deficiencias al respecto. Muchos jóvenes — no todos, por supuesto— entran a la cárcel por delitos menores y salen siendo expertos delincuentes, o profundamente desadaptados respecto a la sociedad. En ese contexto, el trabajo del P. Toño merece respeto. Aunque tuviera algún fallo, el esfuerzo continuado de este joven sacerdote en una labor difícil, en la que el Estado tiende a fallar de un modo casi sistemático, merece respeto. Ciertamente, mucho más respeto que los diputados que piden el regreso de la pena de muerte. La tradición salvadoreña ha sido autoritaria y de fácil recurso a la violencia a la hora de buscar soluciones a los conflictos. Los Acuerdos de Paz abrieron, en sentido amplio, una nueva etapa en la historia moderna de El Salvador, para solucionar los conflictos por medio del diálogo. Retornar a la violencia, legal o ilegal, para resolver problemas no traerá nada bueno a nuestro país. El P. Toño es, en ese sentido, un hombre de diálogo mucho más coherente con el verdadero camino de solución de conflictos que quienes hablan irresponsablemente de mano dura e ignoran las causas de estos.

Es evidente que las maras no han renunciado a la violencia para resolver sus problemas económicos, sociales o de otra índole. Y es evidente también que el Estado tiene que dar una respuesta adecuada desde las instituciones y la legalidad vigente. Pero en la medida en que la violencia delictiva es fruto de problemáticas en las que se unen factores económico-sociales con algunos aspectos culturales, el diálogo es necesario. Y como una buena parte de los problemas se generan en el entorno de la juventud, el acercamiento humano es imprescindible. Uno no puede sino apoyar el esfuerzo de una Policía comunitaria que se acerque más a la gente y genere confianza. Pero dentro de esta dinámica de generar confianza, es también importante el acercamiento humano, especialmente al encarcelado. El esfuerzo de algunos empresarios por encontrar trabajo decente tanto para personas que salen de la cárcel como para jóvenes en riesgo es loable, aunque de momento tenga todavía una dimensión mínima. En todas esas tareas, el padre Toño hizo esfuerzos, trabajó e incluso pasó malos momentos. El suyo fue un trabajo de riesgo. Es lógico que muchos seamos solidarios con él, y más cuando vemos serias deficiencias tanto en el proceso judicial en su contra como en la agresividad que la Fiscalía manifiesta en este caso.

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Anónimo
24/08/2014
18:27 pm
1)Es injusta la aprehensión del padre Toño ya q/ la fiscalía no cuenta con pruebas d cargo concretas en su contra 2.) tiene carácter inconstitucional por cuanto agrede la esencia misma de la Carta Magna en su articulo 23,la cual claramente define que es obligación del estado trabajar en la rehabilitación y readaptación d los delincuentes a la sociedad, labor q ha realizado el padre Toño a favor del estado mismo. Muchos de ellos cometen delitos menores tales \"como el robo de una gallina para dar de comer a sus hijos\" 3.Es ilegal llevarse preso a alguien sin fundamentos concretos 4. Es intimidante,porque esto significa que cualquier ciudadano podria ser acusado por contribuir en la rehabilitacion de los delicuentes,ya que se esta sentando un precedente. 5.la labor de dialogo del padre coincide totalmente con los preceptos humanitarios bíblicos 6.la adaptacion de los delincuentes tiene que ser realizada desd los mismos penales a travs trabajos remunerados,dignos,con mensa
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Anónimo
23/08/2014
10:27 am
El señor Fiscal no fue así de duro con el ladrón Francisco Flores (saquito) quien en su oportunidad fue patrón del hoy fiscal, lo dejo ir y en la voz popular se dice que hasta quizás le avisó para que se fuera a huir. Con lo del padre Toño pienso que el fiscal no está siendo justo; tildarlo de traidor y al Mafioso de Paco Flores no haberlo tildado de TRAIDOR cuando el Paco confesó ante la comisión de la asamblea ser culpable de los mas de diez millones que se perdieron como por arte de magia, que justicia; el tamarindo Paco Flores no lo meten preso habiéndolo podido hacer y al honrado que lucha por que los asesinos y renteros se corrijan lo meten a la cárcel ¡que desgracia de país!
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Anónimo
22/08/2014
19:08 pm
pues a mi me parece que si introdujo objetos prohibidos , violo la ley aunque lo haya hecho mucho antes,
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Anónimo
22/08/2014
17:27 pm
Incluso la imputación de la que ha sido objeto es más que discutible...la introducción de objetos ilicitos, por ejemplo, es de ejecución inmediata y es primera vez que veo que una persona no es capturada en flagrancia por ese delito. El papel aguanta con todo y el hecho que un dato aparezca en un expediente no significa que el señalamiento ha sido probado...me parece un circo nada gracioso lo que está pasando con el Pater toño...Fuerza Pater.
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Anónimo
22/08/2014
15:34 pm
Se dice que introdujo celulares y chips, dentro de instrumentos musicales , eso consta en el proceso, la fiscalia actúa apegada a derecho, puede presentar cuantos requerimientos estime adecuados, eso no es mala intención es su facultad constitucional, la ley de nuestro pais , tiene la figura del testigo criteriado , es algo valido, legal, por lo tanto si conforme a derecho el Sacerdote violo la ley, debe ser sancionado, si es inocente el proceso lo declarara libre, la ley es dura pero es la ley.
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