Falsas soberanías

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Editorial UCA
30/05/2019

Un instrumento básico para manipular la realidad es la palabra. Si se logra controlar el significado de ciertas palabras, se influye en la gente que las usa. En esta línea, Ignacio Ellacuría construyó el método de historización de los conceptos, para comprobar si lo enunciado con palabras se cumplía en la realidad. Ellacuría historizó los conceptos propiedad privada, derechos humanos y bien común. El rector mártir demostró que los tres conceptos estaban ideologizados, es decir, manipulados, pues se utilizaban para proteger los intereses de una minoría en contra del bienestar general, aunque se afirmara lo contrario.

Por supuesto, el afán de manipulación no ha perdido vigor. Por ejemplo, conceptos como derecho humano o bien público son utilizados ideologizadamente con respecto al agua para intentar garantizar los intereses comerciales de ciertas élites. La misma suerte tiene la palabra “soberanía”, una aspiración pendiente desde 1821 y que es entendida como la capacidad de un pueblo para tomar decisiones libres y autónomas. Si el concepto va contra los grupos de poder, legales o fácticos, entonces se le desprecia; si conviene a esos grupos, se le reivindica. Nicolás Maduro y Daniel Ortega son probablemente dos de los políticos de la escena actual que más lo utilizan, tanto para no permitir la entrada de misiones internacionales de observación electoral como para defender decisiones que atentan contra sus pueblos

En Centroamérica, Juan Orlando Hernández, el presidente hondureño reelecto en los comicios más cuestionados de la breve historia democrática del vecino país, también ha perorado a discreción sobre la soberanía, algo contradictorio porque su permanencia en el poder depende del apoyo de Estados Unidos. Por su parte, el mandatario Jimmy Morales apeló a la soberanía para terminar el mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, a fin de que esta no siguiera destapando casos de corrupción, en uno de los cuales él mismo está involucrado. Y en El Salvador, para el presidente de la Asamblea Legislativa, la resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que ordena al Estado salvadoreño suspender la discusión de la ley de reconciliación nacional, porque viola los derechos humanos de las víctimas y favorece a los verdugos, no es acatable porque “allana en gran medida la soberanía del Estado salvadoreño”. De nuevo, se mancha y manipula el concepto.

Si la soberanía pone en aprietos a los grupos de poder que defienden un tratado de libre comercio o la dolarización, el término desaparece de los discursos. Si una decisión favorece los derechos de las víctimas y afecta a los poderosos, entonces se la desestima apelando a la soberanía. Malcolm X dijo que “la manipulación de la prensa puede hacer que la víctima parezca criminal y el criminal, la víctima”. No estamos lejos de ello en el país. Sí, necesitamos seguir trabajando y luchando por la soberanía, pero la que beneficia a toda o la mayoría de la población, la que protege nuestros recursos y la dignidad de nuestra gente. Lo otro es simple manipulación interesada.

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