A pesar de las frustraciones, un proceso eleccionario, especialmente cuando es para decidir quién conducirá el Ejecutivo, suele despertar alguna esperanza entre la población. Algo de esto se refleja en los resultados de la más reciente encuesta del Iudop. A pesar de que el país sigue en estado crítico, y exceptuando al área económica, la población reconoce una mejoría en algunas dimensiones de la realidad en este año. Los problemas relacionados con la violencia y la inseguridad siguen ocupando los primeros lugares, pero los salvadoreños creen que ha mejorado un poco la situación. Más del 50% dice sentirse seguro en su lugar de residencia y también más de la mitad de los encuestados opina que la inseguridad y la delincuencia o están igual, o han disminuido en 2018, cuando antes eran mayoría quienes veían una agudización de la problemática. Además, con respecto a la medición anterior, se ha reducido considerablemente el porcentaje de personas que dicen haber sido víctima de algún hecho delictivo. Esta opinión favorable sobre la situación del país se extiende a la calificación que los encuestados dan a la gestión del Gobierno: la nota promedio que le otorgan es de 4.73, mayor en poco más de tres décimos a la de hace un año (4.4).
Este relativo optimismo se manifiesta en la respuesta de la gente a la pregunta “¿Qué siente cuando piensa en el futuro del país?”. Más de la mitad, el 54.4%, respondió “esperanza”. La conciencia ciudadana, cuyo progresivo crecimiento hemos destacado antes en este espacio, queda en evidencia cuando 87 de cada 100 encuestados consideran urgente aprobar una ley general de aguas y el 86% opina que el ente rector del agua debe estar en manos del Estado. Además, la mayoría de la población considera que Mauricio Funes debe regresar a rendir cuentas ante la justicia y que los diputados deben recibir sanciones por el retraso en el nombramiento de funcionarios de segundo grado. Y destaca el hecho de que 92 de cada 100 crean que es necesario crear una instancia internacional que ayude a combatir la corrupción.
En lo referente a las preferencias electorales, el mensaje de la población es claro: el progresivo deterioro de la imagen de los partidos políticos mayoritarios se ha convertido en el principal obstáculo para las aspiraciones de sus propias fórmulas presidenciales. Los resultados de las elecciones del 4 de marzo significaron una debacle para el FMLN e implicaron una seria advertencia para Arena. Los dos partidos bajaron en su caudal de votos, aunque en el caso del FMLN de forma abrumadora: perdió cientos de miles. En la encuesta queda confirmado el cansancio de la población con ambos; en mayor medida con el FMLN, sí, pero también con Arena, cuya fórmula presidencial queda relegada a un lejano segundo lugar en las preferencias de la ciudadanía. Quien canaliza este descontento, como se ha visto antes, es Nayib Bukele, que en la encuesta ocupa el primer lugar en la intención de voto, con un 44.1%, muy por arriba de Carlos Calleja (19.7%) y de Hugo Martínez (10.6%).
En definitiva, lo realmente novedoso en este proceso electoral no son las promesas y ofertas, que para el 59% de los consultados son más de lo mismo. Lo nuevo es que por primera vez desde la firma de los Acuerdos de Paz se está desafiando el poder de los dos partidos que se han turnado en el poder. Lo que las preferencias electorales manifestadas en la encuesta reflejan en mayor grado es que a la población se le acabó la tolerancia a la corrupción, la ineficiencia y la falta de solución a los grandes problemas del país. Un dato que lo constata: el 53.9% de las personas que dijeron que votarían por Nayib Bukele lo harían “para cambiar y darle la oportunidad a otro”. El FMLN y Arena están cosechando lo que sembraron a lo largo de estos años.