El jueves 24 de marzo, aniversario del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero, la UCA ofreció una misa en su memoria en la capilla del campus. En 2011 se cumplen 31 años de su asesinato, y su recuerdo y ejemplo de vida fructifican en la memoria colectiva de los salvadoreños.
La eucaristía fue presidida por Andreu Oliva, rector de la Universidad, y oficiada por Rodolfo Cardenal, quien hizo una breve reflexión sobre la vida y martirio del profeta del pueblo.
Cardenal dijo a los asistentes que, así como Jesucristo anunció a sus discípulos que iba a morir y les aclaró de qué muerte se trataba, también monseñor compartió con su pueblo cuál sería la causa de su muerte. Y del mismo modo en que el Hijo de Dios pidió a sus seguidores que tuvieran fe para continuar creyendo en Él aun después de la muerte, quienes creyeron en la palabra de Romero —incluso los que no lo conocieron— siguen recordándolo con profundo amor y respeto.
En la barbarie cotidiana que precedió a la guerra civil en El Salvador, el arzobispo estaba consciente de que podía ser asesinado. Pero esa amenaza no lo hizo vacilar en su opción clara y consecuente por el pueblo sufriente, los más pobres de los pobres, así como tampoco mermó su condena pública y enérgica de la brutal represión política que ese pueblo sufría en la época.
Cardenal también hizo hincapié en que Romero es como el grano de trigo, que muere para dar fruto, pues su espíritu, palabra y mensaje han florecido por el mundo luego de su martirio. Y es que entre los asistentes a la eucaristía no solo había salvadoreños, sino también extranjeros que conocen sobre la vida del mártir; entre ellos, los jueces de la tercera edición del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa, que tuvo lugar en Arcatao, Chalatenango, del 21 al 23 de marzo.
Desde una vela que representó a monseñor Romero como luz que guía en el camino hacia un mundo más justo y humano, hasta los expedientes del diagnóstico vocacional de los alumnos que forman parte del Programa de Becas Mártires de la UCA, las ofrendas de la misa fueron pensadas para honrar a quien es reconocido popularmente como el "Santo de América". Por ello, al ofrecer los expedientes, el Centro de Admisiones de la Universidad recordó las palabras del arzobispo durante la homilía del 30 de abril de 1978: "Lo primero que debe buscar una educación es encarnar al hombre en la realidad, saberla analizar, ser críticos de su realidad. Una educación que sea (...) para una participación política, democrática, consciente. Esto ¡cuánto bien haría!".
La celebración de la vida y obra de monseñor Óscar Romero culminó al atardecer, tras la bendición del pan y del vino, y con el recordatorio de que el pastor no ha muerto, pues, como él mismo vaticinó, ha resucitado en el pueblo salvadoreño.