1. En la Comisión Provincial del Apostolado Social (CPAS) de la Compañía de Jesús de Centroamérica condenamos el asesinato de Berta Cáceres, lideresa indígena, ambientalista y popular, amiga y cercana a nuestro trabajo, de quien escuchamos su testimonio y su reflexión en varios de los seminarios de análisis de realidad centroamericana que organizamos cada año.
2. No dudamos que el asesinato de Berta Cáceres fue el resultado de su valiente trayectoria de lucha en defensa de los bienes comunes de la naturaleza, los territorios y las comunidades. Las constantes amenazas recibidas y la criminalización a sus acciones por parte de las grandes empresas constructoras de hidroeléctricas dan cuenta del riesgo que siempre enfrentó y que, al igual que a varios de sus compañeros de lucha, le costó la vida.
3. Nos unimos a la denuncia de sus tres hijas, su hijo y su madre, que textualmente dice lo siguiente: “Los responsables de su asesinato son los grupos empresariales en contubernio con el gobierno nacional, los gobiernos municipales y las instituciones represoras del Estado, que están detrás de los proyectos extractivos que se desarrollan en la región. Los financiadores de estos proyectos extractivistas de muerte también son responsables de la muerte de nuestra Bertha y de tantas personas que luchan en contra de la explotación de los territorios, puesto que con su dinero hacen posible la imposición de los intereses económicos por sobre los derechos ancestrales de los pueblos”.
4. Reclamamos una investigación inmediata, a fondo e independiente con respaldo de especialistas internacionales, que garanticen hallazgos no contaminados de intereses políticos y de poderes fácticos hondureños que pretenden empañar la límpida trayectoria de entrega generosa y heroica que convirtió a Berta en la luchadora popular hondureña de mayor reconocimiento internacional.
5. Exigimos al Gobierno hondureño la anulación definitiva de cualquier convenio que otorga la concesión del río Gualcarque a la empresa Desarrollo Energético Sociedad Anónima (DESA), al tiempo que pedimos que este río emblemático sea declarado patrimonio de la humanidad, como un homenaje perpetuo a la sangre derramada por nuestra llorada y valiente Berta Cáceres.
6. Solicitamos al Gobierno de los Estados Unidos la suspensión inmediata de la ayuda bilateral al Gobierno hondureño; de manera particular, los fondos de la Alianza para la Prosperidad. Berta Cáceres fue una firme opositora a este plan por valorar que con ello se fortalecía la vinculación del Gobierno hondureño con las empresas multinacionales explotadoras extractivistas de los bienes comunes de la naturaleza.
7. Demandamos la reparación inmediata de los daños ocasionados a las comunidades de Río Blanco, al norte del departamento de Intibucá, en el occidente de Honduras, en donde la maquinaria de DESA provocó destrozos al río Gualcarque, al ambiente y patrimonio de las comunidades lencas. De igual manera, pedimos que se reconozca a la organización COPINH como la principal protectora del río Gualcarque y de los bienes comunes de la naturaleza de las comunidades lencas, tan firmemente defendidas por la luchadora Berta Cáceres.
8. Nos unimos a la familia de Berta Cáceres, a las comunidades lencas y a las organizaciones populares y ambientalista de Honduras, y junto a la mística de nuestros ancestros, la sangre de nuestras y nuestros mártires, y en unión con todos los pueblos de la Tierra, elevamos nuestra gratitud: “Laudato si, alabado seas, mi Señor, que nos diste el sol y la luna, los mares, los bosques y los ríos, y a mujeres como Berta, que amaron la casa común y a todos y a todas quienes habitan en ella, y la defendieron con su propia vida”.
8 de marzo de 2016