Hay por lo menos tres cosas por las que la derecha salvadoreña manifiesta públicamente estar muy preocupada. A la derecha, no solo la partidaria sino sobre todo la que navega con bandera de sociedad civil, como los grandes medios de comunicación y los que producen análisis para Arena, le preocupa, en primer lugar, el mal desempeño del Gobierno. Pero este discurso no deja de ser ambiguo. Por un lado, argumenta que el país no tiene rumbo, remacha la incapacidad de una administración que no sabe para dónde ir. Por otro, alerta del afán de los efemelenistas de controlar todos los poderes del Estado para imponer un modelo inspirado en la corriente revolucionaria fundada por Hugo Chávez. La derecha debería coordinar mejor sus señalamientos y ponerse clara. ¿En qué quedamos: no hay rumbo definido para el país por la incapacidad del Gobierno o vamos inexorablemente hacia el Socialismo del Siglo XXI? Como ya se ha argumentado suficientemente, El Salvador no es ni puede ser como Venezuela por más que el Gobierno de Sánchez Cerén muestre cercanía y simpatía por su par del sur. Además, es incoherente que un partido, Arena, que se ha caracterizado por la oposición sistemática y por la carencia de propuestas para resolver los graves problemas del país señale defectos de los cuáles puede dar cátedra.
La segunda preocupación hecha pública hasta la saciedad es un posible fraude electoral. Fraude técnico, dicen hoy, apoyándose nuevamente en la supuesta pretensión totalitaria del partido en el poder. Pero tampoco esta preocupación parece genuina. Todo mundo señala al presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Julio Olivo, como afín al FMLN. Pero se olvidan de que el magistrado Fernando Argüello Téllez fue propuesto por Arena y la magistrada Guadalupe Medina, por el PCN. Una sentencia de la Sala de lo Constitucional ordenó en febrero de este año relevar a Ulises Rivas por su supuesta vinculación política con el FMLN, pero este magistrado fue propuesto por la misma Corte Suprema de Justicia. En su lugar llegó a la magistratura Sonia Liévano de Lemus, hermana de una exministra de Arena, abogada del grupo económico de un precandidato presidencial de ese mismo partido y alguien que públicamente ha expresado ser de pensamiento de derecha. El quinto magistrado es Miguel Ángel Cardoza, propuesto también por la Corte y de quien se dice no tiene inclinación partidaria explícita. Es decir, si la derecha política tiene por lo menos a tres de los cinco magistrados del TSE, ¿cómo es posible que el FMLN trame un fraude? El reiterado señalamiento también da signos de ambigüedad. O se debe a que la derecha considera ineptos a sus representantes en la institución electoral, o es otro discurso con finalidad electoral que presagia que cualquier resultado que no sea una victoria de Arena será señalado como fraudulento.
En tercer lugar, a la derecha, a toda la derecha, no solo a la partidaria, le preocupa el “léxico” del Presidente de la República. No pretendo defender lo indefendible, pues a todos nos encantaría que el titular del Ejecutivo tuviera más y mejores dotes para la oratoria. Pero, personalmente, prefiero mil veces a un Presidente que no tenga como virtud la facilidad de palabra y que no sea señalado por corrupto, que a otros mandatarios que se destacaron por la maestría en el manejo de los medios y que fueron capaces de ser cómplices de masacres, de jugar con el sufrimiento de los pobres desviando dinero que era para damnificados, de lucrarse personal y familiarmente del dinero que aportamos todos y que han terminado o terminarán siendo tristemente recordados en la historia de este país.
En realidad, cuando se analizan las preocupaciones de la derecha, es claro que la dinámica electoral ha comenzado y que esas preocupaciones no son genuinas, sino parte de la estrategia electorera sin ética a la que ya nos tienen acostumbrados.