A menos de un año de las elecciones los dos partidos más grandes son indeseables

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Roody Reserve
14/06/2017

Los resultados de la reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop), del 5 de junio de 2017, además de presentar evidencias sobre el creciente deterioro en el nivel de simpatía con que cuenta el actual gobierno del FMLN, abordó, entre otros asuntos, el tema de la satisfacción con la representación que ejercen los dos partidos más grandes de El Salvador. El Iudop preguntó a los salvadoreños encuestados sobre la deseabilidad de relevar a Arena y el FMLN, por otros partidos de las mismas tendencias ideológicas. La mayoría de los consultados se expresó en el sentido de reemplazarlos. ¿Cómo se pueden leer estos resultados? En las próximas líneas se aborda someramente esta pregunta.

La teoría sobre nacimiento y muerte los sistemas de partidos postula que al menos tres tipos de variables pueden estar a la base de los cambios: estructurales, institucionales y políticas. El nacimiento de nuevos clivajes sociales, geográficos, religiosos u otros, la adopción de nuevas instituciones, especialmente electorales y, decisiones políticas por líderes fuertes en ciertas coyunturas políticas, suelen ser los momentos que preceden estos tipos de cambios. En otras palabras, para que mueran (o que nazcan) partidos del calibre de Arena y del FMLN, tendrían que haberse observado cambios sustanciales en uno, dos o los tres tipos de variables señalados. Estos tipos de cambios suelen darse en contextos de crisis aguda. Además, los partidos deberían mostrar su incapacidad de adaptación a los cambios acaecidos y, al mismo tiempo, los candidatos a su reemplazo deberían mostrar una gran habilidad política para acometer la liquidación.

Es evidente que en la coyuntura salvadoreña actual no se cumple ninguna de las condiciones anteriormente expresadas. Por lo que no es realista esperar que se materialice en un futuro cercano el deseo de los encuestados, que otros partidos de izquierda y de derecha reemplacen a Arena y el FMLN. A lo sumo, lo que cabe esperar es el crecimiento de la apatía y la abstención en las próximas elecciones. En la medida en que la mayoría se expresa en contra de los partidos más importantes y que éstos no tengan competidores creíbles, lo esperable es que el retiro de la vida política o la apertura de vías de interacción no institucionalizadas (como las protestas) con el sistema político.

A pesar de este panorama para nada halagüeño, los partidos cuentan todavía con una oportunidad para mostrar a los electores que se encuentran en la vía de renovación esperada. Pueden aprovechar el proceso de elección interna para mostrar que, a través de la competición interna para la designación de los candidatos a diputados y concejos municipales, han dimensionado la extensión del rechazo de los salvadoreños a su desempeño. Queda por ver en qué medida el proceso electoral interno de estos partidos y otros responde a esta demanda de cambios. En una próxima reflexión en este espacio volveré sobre este tema.

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