Afán por lo inútil

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Rodolfo Cardenal
29/06/2017

Es de agradecer el interés de los diputados en agilizar la circulación por el carril izquierdo de las arterias del país. Así, han tenido a bien reformar la ley para determinar que ese carril está reservado al tránsito rápido y para elevar la multa a quienes infrinjan la normativa. La modificación parece haber sido aprobada sin mayor dificultad, algo sorprendente en el seno legislativo, donde cualquier pretexto es bueno para marcar territorio entre los colores partidarios. Sin embargo, así como era de necesaria esa reforma, por vacío de ley, es de inútil, porque no hay autoridad que la aplique. De hecho, ni siquiera están debidamente señalizados los límites de velocidad. Por tanto, si por acaso algún agente impone la multa de rigor, se puede alegar falta de información.

Si el carril izquierdo está reservado al tráfico rápido, el derecho lo está para el lento. Por tanto, los diputados debieran ordenarle al transporte público circular exclusivamente por ese carril, sin invadir los otros. Además, debieran imponer un límite de velocidad, pues buses y microbuses transitan con las puertas abiertas y en malas condiciones. Las multas por violentar estas normas también debieran ser altas. Pero los diputados no se atreven con la mafia del transporte público. Los intereses creados son muy caros a los diputados de todos los colores. Así, pues, no solo el carril izquierdo seguirá siendo de tráfico lento, sino que en todos los carriles seguirá predominando el caos por ausencia de autoridad.

Más provechoso hubiera sido que los diputados emplearan su tiempo en pedir explicaciones al poder ejecutivo por la ausencia de la División de Tránsito de la PNC en las calles y en discutir cómo hacer eficaz esa presencia. Las multas, cuyo volumen inicial puede ser elevado, bien podrían cubrir el costo adicional que supone la presencia de agentes del orden en calles y espacios públicos. En contra de la experiencia, los diputados todavía piensan que legislar es gobernar. En esa misma línea, otros piensan que burocracia es gobierno: entre más burocracia, más y mejor gobierno.

Los legisladores nunca se ocupan de la pertinencia y la viabilidad de sus legislaciones. El caos reinante en el tráfico es resultado de no atender la raíz del problema. Los gobernantes se conforman, por comodidad, por ignorancia o por intereses creados, con soluciones anodinas. Tan triviales como la muletilla de los presentadores televisivos o radiales que repiten incansables que hay que tomar vías alternas para evitar los congestionamientos. Nunca indican cuáles son esas vías, porque sencillamente no existen; pero piensan que la repetición es un servicio social muy valioso.

Un alcalde en busca de la reelección se propone como meta hacer de la suya una ciudad inteligente. En sí mismo, el objetivo es loable. Pero ¿cómo piensa hacer la ciudad inteligente si en dos años de gestión no ha podido ordenar las calles? Los talleres de mecánica y los lavaderos de vehículos se han apoderado de ellas. Los ejes preferenciales son zonas de carga y descarga, los vehículos aparcan a ambos lados e incluso en las esquinas, obstruyendo la visión. El transporte público de o hacia occidente, que atraviesa la ciudad, pelea la vía a sus colegas y a los particulares, baja y sube pasajeros en mitad de la calle. Este no es más que otro ejemplo de cómo se fijan grandes metas, pero se deja de lado lo obvio. Antes de hacer la ciudad inteligente, es necesario imponer un mínimo de orden en los espacios públicos.

En lo público priva el libertinaje, porque el ciudadano actual considera la satisfacción de sus caprichos un derecho, sin considerar que para eso debe atropellar el derecho de los demás. Si ninguna fuerza se lo impide, no parará hasta darse por satisfecho. De esa manera, el caos se apodera de todos los ámbitos sociales. Esta forma irracional de convivir solo es apta para los más fuertes. La imposición por la fuerza es una de las caras de la cultura neoliberal. La otra cara es la ausencia de autoridad legítima, expresamente expulsada del ámbito público para no entorpecer el ejercicio del individualismo extremo. La retirada del Estado de la vida pública —“recortar la grasa”, decían los neoliberales— dejó un vacío que pronto fue ocupado por los corruptos, el crimen organizado y las pandillas. Ahora, al constatar el poder destructivo de la combinación de esas fuerzas perversas, los Gobiernos se encuentran sobrepasados, sin ideas y sin recursos.

La experiencia salvadoreña demuestra que dejadas en libertad, las fuerzas del capitalismo son destructivas. Por tanto, algunas restricciones son indispensables para intentar contener la descomposición social de nuestros días. El caos actual representa un desafío para los aspirantes a la presidencia. No hay que conformarse con las promesas genéricas acostumbradas. Hay que exigirles propuestas viables y sostenibles. Alguno dice que recorrerá el país para escuchar a sus habitantes. En sí mismo, es un buen plan, porque quien lo anuncia no frecuenta los sitios donde la miseria se ceba con la población y porque los gobernantes, cuando dicen escuchar, solo oyen a quienes les conviene y, por lo general, ellos son los que más hablan. Debieran callar y escuchar a la gente. Pero eso es insuficiente si no se traduce en propuestas financiadas y sostenibles.

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Anónimo
10/07/2017
13:21 pm
Pareciera que algunas unidades del transporte pùblico y de carga deliberadamente se aparcan en cualquier lugar sin medir las consecuencias de sus arbitrariedades, sòlo encienden la luz de emergencia y suficiente...
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Anónimo
02/07/2017
22:55 pm
El tráfico es como todo en este país, un caos en el que los pesponsables de resolverlo no entienden su trabajo, debí decir: no están capacitados. Han convertido la Avenida Jerusalen en un monumento a la incapacidad, con cuellos de botellas y segmentos de alta velocidad, todo sin importarle a nadie las personas que ahí viven, en una zona residencial convertida en un desastre. ¿Porqué no se prolongó el Bulevar Merliot y se empalmo con el Paseo Escalón (2.8 kms)? ¿Porque no se crea un Plan de vías alternas, cruzando quebradas y adquiriendo derechos de vía? ¿Porqué la carretera de los chorros no tiene un carril de emergencia en el centro? Otra gran pensada es que hay muchos carros, cuando lo cierto es que hay muchos incapaces dirigiendo este país.
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