Cúpulas partidarias, con los pies hinchados: reflexiones

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Manuel Acosta
03/05/2017

El Salvador se encamina a una crisis. Hídricamente vivimos en estrés. En el ámbito fiscal se ha caído en impago y no se ven horizontes sostenibles de solución. Arena, la oposición, carece de solvencia moral y de racionalidad política para buscar salidas a la crisis. Los partidos minoritarios juegan al oportunismo. El Ejecutivo, representado por el FMLN, garante principal del rumbo del país, está empecinado en responsabilizar al partido Arena y en buscar soluciones que otrora condenaba. Una de ellas es dar licencia a la PNC y a la Fuerza Armada para hacer ejecuciones extrajudiciales y capturar a pandilleros en redada, sin el debido proceso, para mostrarlos como los responsables de la violencia social. A esto se suma, que algunos miembros del Ejecutivo están señalados de enriquecimiento ilícito. Por tanto las cúpulas de los partidos comparten, con ponderaciones, la corrupción y la impunidad que retrasan la paz social.

Este contexto preelectoral permite hacer algunas reflexiones de responsabilidad ética. La primera es que la crisis puede convertirse en oportunidad de desarrollo si se adopta una postura honrada con la realidad. Los líderes y lideresas, en especial de Arena y del FMLN, deben abandonar el discurso de acusación mutua y abstenerse de hacer campaña electoral a costa de los errores del oponente. Los miembros de la cúpula arenera tienen que dejar de acusar al Ejecutivo como el único responsable del problema. El FMLN, por su parte, está obligado a renunciar al discurso obsoleto de que el descalabro actual es por los veinte años de Arena, así como, desistir de cargar a la Sala de lo Constitucional como la responsable de la crisis del país1. Todo ello es mentira.

Llama la atención que ambas cúpulas, en cuanto a corrupción, enriquecimiento ilícito y crisis fiscal se acusen recíprocamente, sin embargo, en relación a la derogación de la Ley de Amnistía, estas tácitamente se resisten a proceder y dar facilidades al Órgano Judicial para que enjuicie los crímenes de lesa humanidad cometidos, según la Comisión de la Verdad, por algunos miembros de ambas cúpulas durante el conflicto armado; argumentando, con distintas aseveraciones, que no se deben revivir heridas del pasado. Se puede decir que tanto en la crisis actual del país como en los crímenes de guerra ninguna de las cúpulas está libre de responsabilidad. Como dice la gente sencilla: “todos tienen los pies hinchados”. La crisis que vivimos puede ser oportunidad si se abandona este discurso inculpador y si se abren caminos de racionalidad propositiva.

La segunda reflexión es a la población votante de los partidos. Esta debe dejar de ser espectadora y pasar a ser elector crítico y proactivo. Entre otras cosas, no debe reproducir el discurso de acusación recíproca de las cúpulas, sino más bien generar ciudadanía y corresponsabilidad. Tanto el votante arenero como del FMLN, principalmente, no debe admitir el enriquecimiento ilícito y la impunidad en sus dirigentes. El votante debe recordar que todo gobierno que da licencia para matar a los “terroristas”, independientemente de su justificación, está enfermo o es cretino. Al gobierno no se le debe permitir que mate a jóvenes por muy pandilleros que sean. También, el votante debe exigir que quienes participaron en la época de la guerra en calidad de combatientes del FMLN o miembros de la Fuerza Armada y del Ejecutivo, dejen de ser candidatos, que se hagan a un lado y permitan el cambio generacional. El votante debe exigir la salida de los dinosaurios de la época de los 70 hasta los 90 de la palestra partidaria, dado que desea ver novedad, apertura y respuesta humana a los problemas. Al militante le debe interesar que se solucionen los problemas vitales, más que defender principios doctrinales del partido. Se trata de elección racional y responsable de candidatos, no de su imposición.

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1 Cfr. www.eleconomista.net/2017/04/17/. Consultado miércoles, 26 de abril de 2017, 5.15 p.m.

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