Datos que deben mover a la acción

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Radio YSUCA
06/12/2009

Hace 20 años, en 1989, se adoptó una decisión histórica cuando los dirigentes de todo el mundo aprobaron la Convención sobre los Derechos del Niño. En el transcurso de estos 20 años, la Convención se ha convertido en el instrumento de derechos humanos con el mayor número de ratificaciones en la historia.

Ratificar significa que los Estados reconocen el derecho que tienen los niños y niñas a sobrevivir y desarrollarse; a vivir libres de la violencia, abuso y explotación; a que sus puntos de vista sean respetados; y a que se tomen medidas que tengan plenamente en cuenta sus intereses.

Pero ratificar no es sólo reconocer, no es sólo mostrar buena voluntad, no es sólo adherirse a una declaración; es, sobre todo, poner en práctica esos derechos a través de políticas públicas concretas. Y cuando se mira lo que desde 1989 han hecho los Estados en ese sentido, se constata que el programa relativo a los derechos de la niñez está lejos de cumplirse. Veamos algunos datos que encontramos en el Estado Mundial de la Infancia 2009, edición especial, de Unicef.

Actualmente, mil millones de niños y niñas carecen de uno o más servicios esenciales para la supervivencia y el desarrollo; 148 millones de menores de cinco años en las regiones pobres del mundo tienen un peso insuficiente para su edad; 101 millones de niños y niñas no acuden a la escuela primaria (y son más las niñas que los niños); 22 millones de recién nacidos no están protegidos contra enfermedades mediante vacunación sistemática; más de 8 millones de niños y niñas en todo el mundo mueren anualmente antes de cumplir cinco años; 4 millones de recién nacidos en todo el mundo mueren durante su primer mes de vida; 2 millones de niños y niñas menores de 15 años viven con VIH en todo el mundo; 500 mil mujeres mueren todos los años debido a causas relacionadas con el embarazo y el parto; en más de la mitad de los 90 países con datos suficientes como para realizar una valoración, la mortalidad infantil entre los pobres es por lo menos el doble que entre los ricos; entre 500 y 1,500 millones de niños y niñas son víctimas de la violencia; 150 millones de niños de 5 a 14 años trabajan; 145 millones de niños y niñas han perdido a uno o ambos progenitores debido a diferentes causas; 51 millones de niños y niñas carecen de un certificado de nacimiento; y un millón de niños y niñas son detenidos por medio de procesos judiciales.

Estos datos, entre otros que nos ofrece el Informe de Unicef, plantean verdaderos desafíos, en principio, a los Estados para invertir en la niñez; y más que desafíos, una responsabilidad y una oportunidad. Responsabilidad, porque tal situación de pobreza, privaciones y penurias impide el desarrollo de una vida digna a los niños y niñas. Oportunidad, porque invirtiendo en una mejor nutrición, salud, educación y protección para los niños y niñas se logran avances significativos y duraderos en el ámbito del desarrollo humano.

A 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño, se nos hace una reiteración necesaria y justa: si queremos construir un mejor mundo, el interés superior de los niños y niñas debe ser una preocupación fundamental para todos.

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