A menos de un mes de asumir la presidencia, Nayib Bukele continúa con algunas estrategias comunicacionales que parecen propias de un candidato, no de un presidente electo. Muestra de ello es la renuencia a ofrecer entrevistas que puedan cuestionar algunas de sus declaraciones o propuestas, así como la confrontación y desprestigio constante de los que ofrecen una perspectiva diferente a la de él.
El presidente electo goza de una enorme popularidad y las expectativas generadas son muy buenas. El 67.9% de los consultados en la más reciente encuesta del Iudop consideran que la situación del país mejorará ante el triunfo de Bukele. Para un candidato, es perfectamente normal querer mantener esa popularidad y, con ese objetivo, aislarse de las entrevistas incisivas; pero un presidente electo debe ser capaz de plantear y defender cómo pretende efectivamente mejorar la situación del país, así como retomar las críticas constructivas que le permitan realizar mejores políticas.
En el caso particular de Bukele, los cuestionamientos son válidos cuando todavía existe mucha incertidumbre sobre el tipo de gobierno que tendremos. En materia económica, por ejemplo, sus declaraciones en la Fundación Heritage ponen en entredicho que realmente se hará algo diferente a lo que se ha venido impulsando desde los noventa: una política de libre mercado y un papel subsidiario del Estado, lo que representa un eufemismo para referirse a una economía guiada por las exigencias de las ganancias de las grandes empresas sin importar los costos sociales. Además, estas declaraciones entran en contradicción con algunas propuestas que pueden rescatarse del Plan Cuscatlán, como la creación de impuestos progresivos.
El descontento de la población se materializa en los partidos políticos y en los funcionarios públicos, pero responde indirectamente a un modelo de desarrollo que ha sido incapaz de garantizar los derechos humanos más básicos para la mayoría de la población y que, en contraste, ha implicado enormes beneficios para una pequeña élite política y económica. En caso de no realizar transformaciones profundas en el modelo, tal como aparenta el discurso en la Fundación Heritage, la popularidad de Bukele habrá servido para poco más que para convertirlo en presidente y profundizar el descontento con lo público.
Por otro lado, en relación con la confrontación con los medios digitales, el presidente electo no debe olvidar que estos mismos periódicos que hoy critica contribuyeron a desvelar los casos de corrupción que fortalecieron el desprestigio de Arena y del FMLN. Las publicaciones periodísticas de estos medios fueron de suma importancia para que Bukele lograra la victoria electoral. Efectivamente, de acuerdo a la encuesta citada, el 40.7% de los que votaron por GANA lo hicieron “para cambiar o para darle oportunidad a otro”.
Por supuesto, estos periódicos tampoco tienen la verdad absoluta. Personalmente, pongo en tela de juicio algunas de sus publicaciones en relación a temas económicos, pero es innegable la enorme investigación y aporte a la transparencia que han realizado.
Finalmente, algunos seguidores del presidente electo parecen ser incapaces de cuestionar y criticar sus posicionamientos. Para ser partidarios de sus propuestas no es necesario que coincidan en cada una de sus posturas, después de todo, en palabras del P. Ellacuría, “solo piensan lo mismo los que en realidad no piensan”. Si sus seguidores realmente desean una transformación de este país, deben exigirle claridad y coherencia en sus planteamientos y decisiones.
*Armando Álvarez, docente del Departamento de Economía.