Diputados sumisos al Ejecutivo

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Desde hace varios años se viene llevando a cabo una “mala praxis” por parte del Ejecutivo y el Legislativo. Cuando hay asuntos que requieren del apoyo, especialmente, de los partidos más grandes (Arena y FMLN) se realizan reuniones fuera del ámbito de la Asamblea Legislativa. El Presidente de la República suele convocar a los dirigentes de los partidos a reuniones en Casa Presidencial para tratar de llegar acuerdos sobre el asunto en cuestión.

En esta ocasión las reuniones en Casa Presidencial giran en torno al presunto “pacto fiscal”. La idea de la reunión parece buena. Convocar a las dirigencias partidistas suena bien. Pero, en el fondo, qué es lo que se logra si producto de esas reuniones se logran acuerdos interpartidistas. La respuesta no esperada es: se logra un debilitamiento de la Asamblea Legislativa. ¿Por qué? Porque en lugar de fortalecer relaciones horizontales entre estos dos órganos de gobierno, el acuerdo logrado en el ámbito del Ejecutivo tendrá que ser respetado por el Legislativo, aunque en el primero no hayan estado presentes los 84 diputados de la Asamblea Legislativa. Se trata, en el fondo, de una sumisión de estos diputados al acuerdo logrado por las cúpulas partidistas, donde pueden haber participado miembros de partidos que no tienen la legitimidad que les da el voto popular para tomar acuerdos que afectan a todos los salvadoreños.

Un pacto fiscal debería ser discutido en el ámbito legislativo. Para eso existe una comisión legislativa encargada de estos asuntos, la cual puede convocar a quienes considere convenientes para que expresen sus respectivas opiniones. El espacio legítimo para estas conversaciones es el Parlamento, no Casa Presidencial.

Los diputados parecen no tomar en cuenta que, antes del conflicto armado, la Presidencia, junto con las Fuerzas Armadas, eran los actores políticos relevantes. Ni la Asamblea, ni los partidos, tenían el rol protagónico que les confirieron las reformas constitucionales de 1991 y los Acuerdos de Paz. Ayer fue la seguridad, hoy es el pacto fiscal, mañana será otro asunto y pasado mañana será otro. Y así sucesivamente hasta que todo lo relevante se decida en Casa Presidencial. La Asamblea Legislativa se puede convertir así en una mera caja de resonancia.

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