El camino de Romero

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Ahora que estamos a punto de celebrar la canonización de Mons. Romero, es importante recordar su concepto de cristianismo. Recientemente, el arzobispo de San Salvador decía con mucho acierto que si queda algo por hacer de cara a la santidad del obispo mártir es declararlo Doctor de la Iglesia. Es este un título que la Iglesia otorga a personas que no solamente tienen el don de la santidad, sino que además han escrito sobre la responsabilidad de los bautizados de un modo profundamente enraizado en la fe cristiana. Y ciertamente es un título que Mons. Romero merece, porque sus escritos reflejan las actitudes que debe tener un cristiano en situaciones de crisis sociales, como fueron los años de su arzobispado y la subsiguiente guerra civil.

Siguiendo la más pura tradición evangélica, especialmente en un país con altos márgenes de pobreza como el nuestro, Mons. Romero estaba convencido de que “la misión de la Iglesia es identificarse con los pobres [...] así la Iglesia encuentra su salvación”. Y eso le llevaba inmediatamente a comprometerse con la justicia social, un término que asusta a algunos sectores a pesar de estar incluido en el artículo primero de la Constitución como una responsabilidad y obligación del Estado. Las explicaciones de nuestro santo obispo son ejemplares al respecto:

“La justicia social no es tanto una ley que ordene distribuir; vista cristianamente es una actitud interna como la de Cristo, que siendo rico se hace pobre para poder compartir con los pobres su amor. Espero que este llamado de la Iglesia no endurezca aún más el corazón de los oligarcas, sino que los mueva a la conversión”. Al final, el concepto cristiano de justicia social no puede separarse de algo tan evangélico como lo es la generosidad. En ese sentido, Mons. Romero no duda en insistir en que “toda persona que lucha por la justicia, que busca reivindicaciones justas en un ambiente injusto, está trabajando por el Reino de Dios”.

El concepto de justicia de Mons. Romero va, además, íntimamente unido a su idea de testimonio cristiano. Un testimonio que va desde el martirio, la ofrenda de la propia vida por ser coherente con la conciencia cristiana, hasta ese testimonio del día a día en el amor a los pequeños, los débiles y los empobrecidos que nos exige el Evangelio. Sus palabras al hablar del martirio como testimonio son muy claras, y recuerdan, actualizadas, las palabras que al respecto decían santos padres de la Iglesia como Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes. Pero escuchemos a Mons. Romero: “Hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un ‘perder la vida’ por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del sacrificio. Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los minusválidos, a los ancianos! ¡También estos son mártires, mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad!”. La generosidad, la entrega, el servicio es la fuente cristiana de la justicia social.

En ese sentido, Mons. Romero continúa mostrándonos los dos caminos bíblicos clásicos, el de la vida y el de la muerte adaptados a la situación actual: el de la idolatría de la riqueza y el del servicio desde la conciencia cristiana bien formada: “¿Qué otra cosa es la riqueza cuando no se piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro. Y lo están adorando, se postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante la idolatría del dinero! No solo sacrificios, sino iniquidades. Se paga para matar. Se paga el pecado. Y se vende. Todo se comercializa. Todo es lícito ante el dinero”. Y frente a esa cultura de muerte, tan impulsada por el individualismo hiperconsumista que caracteriza a nuestros tiempos, “tiene que proponer la Iglesia católica una educación que haga de los hombres sujetos de su propio desarrollo, protagonistas de la historia. No masa pasiva, conformista, sino hombres que sepan lucir su inteligencia, su creatividad, su voluntad para el servicio común de la patria”. Dos caminos. Elegir el de la justicia social como testimonio generoso de servicio es la única manera de honrar a Mons. Romero.

* José María Tojeira, director del Idhuca.

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Anónimo
21/10/2018
06:06 am
(2) Creo que es tiempo de señalar que muchos, hoy día, que se han fanatizado con la causa Romero con razón o sin razón no encuentran paz sino hasta que encuentren y condenen a los culpables de la muerte de Romero, pero a ese respecto y para ser completos en la justicia yo preguntaría, habrá alguien que reclame por todas las muertes que el sistema religioso de Roma ha causado como las guerras contra la otra facción religiosa del Imperio Romano la llamada Iglesia Ortodoxa que terminó en la separación irreconciliable de ambas, las cruzadas católicas que masacraron gente en Europa y el medioriente, las masacres sobre los que abogaban por una reforma religiosa en Europa que los papas llamaron \"protestantismo hereje\", los asesinatos perpetrados por la \"Santa\" Inquisición católica, la conquista de latinoamerica en donde esclavizaron a los indigenas, los despojaron de sus tierras y mataron a cuanto se negaba a aceptar ser miembro del sistema religioso de Roma ?
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Anónimo
20/10/2018
14:23 pm
Muy bien intencionado el articulista pero incurre en una serie de inexactitudes o errores, mencionaré algunos. Declararlo Doctor de la iglesia ? primero hay que definir cual iglesia, la iglesia cristiana o la iglesia católica romana ? Romero estaba convencido de que la misión de la iglesia es identificarse con los pobres, así la iglesia encuentra su salvación, de nuevo, cual iglesia ?, para la iglesia católica esa misión es correcta, pero no para la iglesia cristiana, la misión de la iglesia cristiana es diferente. Que la justicia social mueva a los oligarcas a la conversión ? quizá que los mueva a la conversión al catolicismo, pero la justicia social no los moverá a la conversión al cristianismo, dado a que son dos cosas muy direrentes. Que hoy se tienen más mártires que en los primeros siglos ? Bueno, y porque no los han canonizado al igual que a Romero, a que se debe la discriminación ???
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Anónimo
12/10/2018
08:05 am
Ciertamente, \"Elegir el (camino) de la justicia social como testimonio generoso de servicio es la única manera de honrar a Mons. Romero\". Como cristianos debemos acabar con las cadenas y vendas que nos mantienen sometidos, en especial a los jóvenes. Amarras astutamente implantadas por las oligarquías. Monseñor no debe convertirse en un santo de camarín, un adorno en los antros de brujos, o dentro de las iglesias cuyos párrocos o pastores no dimensionan ni comprenden el invaluable legado de Romero, fruto del Espíritu Santo. Las iglesias y las familias deberían incluir metodologías educativas eficaces basadas en las enseñanzas de monseñor. Ello para liberar a tanto joven apresado por placeres nefastos, por el egoísmo, el individualismo o el cientificismo mal entendido. Estos falsos dioses los impulsan, inclusive, a declararse o sentirse ateos librepensadores; pero son muy pasivos y conformistas a la vez, exigiendo que sea Dios quien deba someterse a su modo de vida.
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