El eterno cuento de la renovación

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En la legislatura de 2015 hubo 27 nuevos diputados. Todos ellos llegaron abanderando y prometiendo la “renovación”. Desde hace varios años, una de las partes esenciales de los discursos políticos es ofrecer “renovación” y distancia de lo “viejo”, porque a la vista de todos está que los “viejos políticos” no han actuado como deberían. Dicho esto, es notorio que cada vez los partidos políticos tienen menos credibilidad ante un electorado preocupado por sobrevivir el día a día. Y más bien -se señala- que los políticos han sido defensores de ciertos intereses en detrimento del bienestar de la gran mayoría de la población.

Ya casi pasados dos años de la legislatura actual, hemos podido ver cómo, en realidad, estos nuevos políticos no han significado una renovación que vaya más allá de un nombre o de un rostro fresco. Muy por el contrario, han demostrado un completo apego a los lineamientos de sus respectivos partidos políticos en temáticas fundamentales y han demostrado que el hecho de ser jóvenes no implica llevar nuevas ideas al debate. Por ejemplo, una de las nuevas legisladoras del partido Arena, Mayteé Iraheta, es una férrea defensora de la penalización absoluta del aborto. Ella se define como “Provida”, que también es la postura tradicional del partido Arena y de su dirigencia. En este punto, en Arena hay prácticamente cero apertura para discutir alguna posibilidad remota de permitir el aborto. Otros diputados como Ricardo Velásquez Parker, también de Arena, incluso ha solicitado endurecer las penas contra las mujeres acusadas de cometer un aborto.

El caso del FMLN no es tan diferente del de Arena. Ninguno de sus nuevos diputados ha mostrado públicamente algún momento de disidencia con su partido o con alguna medida del gobierno.

Públicamente, solo pocos personajes se han atrevido a disentir con las dirigencias de sus partidos como el alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, o los diputados Johnny Wright y Juan Valiente de Arena. Bukele ha llegado a decir que su partido es “Arena 2.0” y que se retiraría del mismo si llegasen a aprobar un aumento al IVA. También ha sido crítico de las medidas extraordinarias para el combate a la criminalidad. Hace unos días, el diputado Juan Valiente de Arena manifestó públicamente que es necesario discutir la penalización absoluta del aborto. Por estas declaraciones recibió fuertes críticas de grupos religiosos provida, quienes ven en Arena al perfecto aliado político. Hace unos meses, su colega Johnny Wright decidió no votar por extensión de las Medidas Extraordinarias a diferencia del resto de su fracción.

Como vemos, han sido muy pocas las veces en que los nuevos rostros de los partidos políticos se han atrevido a retar a su dirigencia y sus actuaciones no distan de la vieja clase política, acostumbrada a abusar de su poder para privilegiar a sus familiares o para mover recursos del Estado a sus organizaciones aliadas o, incluso, a sus propios partidos o bolsillos. De los 27 nuevos diputados, solo dos han decidido renunciar al seguro médico privado, por mencionar un ejemplo. Estos nuevos políticos que han criticado a sus dirigencia se han enfrentado a críticas e incluso a expulsiones de sus propios partidos (En abril varios miembros de la JRN se retiraron de Arena debido a que alegaron que no hay espacio para la crítica al interior de su partido), que aún no logran brindar espacio para la autocrítica, para el disenso y para la construcción de una plataforma política que contenga las voces de nuevos liderazgos. Ojalá que esto haga entender a los “retadores” que quizás los partidos no están listos para cambiar y que será necesario crear otros espacios de participación política de cara a los futuros comicios.

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