El rumbo se le torció a Bukele después de visitar a Trump. El negocio de las cárceles despertó una curiosidad perjudicial para su buen nombre. Varios congresistas visitaron el país para verificar el “servicio de alojamiento penitenciario”. La dura crítica de los visitantes tuvo eco en las calles, los tribunales y la prensa de Estados Unidos. Luego la PNC intervino intempestivamente en la conferencia de prensa de una representante del clan Kennedy que estaba de visita en el país para verificar el respeto a los derechos humanos. Más de sesenta organizaciones, la mayoría estadounidense, solicitaron a la ONU investigar el acuerdo migratorio de Trump y Bukele, y las condiciones de detención de los venezolanos deportados. Los focos no se centran en la seguridad de Bukele, sino en potenciales crímenes de lesa humanidad.
En Estados Unidos, la prensa informó de la negociación de uno de sus hermanos con el Departamento de Estado. En su calidad de hermano presidencial, que no de funcionario, acordó el retorno de los líderes de las pandillas procesados en aquel país a cambio de una rebaja sustancial en la tarifa del “servicio de alojamiento penitenciario”. Asimismo, reveló que Trump engañó a Bukele, al enviarle no solo criminales convictos, sino también inocentes. El reclamo de Bukele obligó a Trump a buscar pruebas incriminatorias, que no encontró. Pese a ello, Bukele cedió ante el más fuerte.
Internamente, las cosas tampoco van bien. La prensa nacional se adentró en las inmundicias del régimen. Dos líderes pandilleros expusieron en un detallado relato su complicidad con Bukele. Lo ayudaron de forma decisiva a ganar las elecciones municipales y presidenciales; en su nombre controlaron a la población de sus territorios durante la pandemia; y redujeron los homicidios a cambio de dinero, de tolerar la extorsión y el asesinato selectivo, de liberar a varios criminales y de otros privilegios. El plan de control territorial no recortó los homicidios, sino las pandillas.
Estas revelaciones que, desde otra fuente, corroboran lo ya sabido, robustecen la acusación de los departamentos del Tesoro y de Justicia de Estados Unidos que imputan a Bukele haber pactado con las pandillas. Por eso el retorno de sus líderes es una prioridad para un Bukele temeroso de que ventilen sus tratos en los tribunales estadounidenses. Aunque esto no llegue a darse, cada vez es más incuestionable que es tan terrorista como aquellos a quienes mantiene encerrados.
El deslizamiento de tierra en Los Chorros, donde construye una de sus infraestructuras emblemáticas, mantiene incomunicado al occidente del país, generando pérdidas considerables en una ya maltrecha economía. La serie de conferencias in situ del ministro a cargo no ha conseguido convencer de que el descalabro es “normal”, dada la inestabilidad del suelo y las lluvias, ni de que el paso será seguro. Una afirmación lanzada poco antes del fiasco. Los esfuerzos ministeriales no logran ocultar la grave negligencia de su dependencia y de las empresas constructora y supervisora. Hicieron caso omiso de las especificaciones técnicas para liberar un dinero que fue a parar a un bolsillo desconocido.
Las contrariedades no terminan ahí. Panamá descubrió un millonario alijo de droga en un contenedor de café salvadoreño, destinado a Bélgica. Misteriosamente, el almirante de la inexistente armada nacional puso la cara también con mala fortuna, porque Panamá desautorizó su argumento principal. No ha capturado a nadie vinculado con el cargamento. Igual que su colega de obras públicas, las aclaraciones dicen poco, pero aclaran mucho. Es claro que detrás del contenedor hay intereses muy poderosos.
El aumento del salario mínimo y del umbral de los ingresos libres del impuesto sobre la renta pasaron desapercibidos. La nutrida manifestación del 1 de mayo no tomó nota de esas medidas como sí del desempleo, del alto costo de la vida y de la violación a los derechos humanos. Bukele ofrece poco a pocos. El ingreso de la mayoría es tan escaso que no es imponible. El transporte público universal gratuito, otra improvisación para disimular el fiasco de Los Chorros, produjo más caos que alivio.
Es difícil comprender cómo un Gobierno tan centralizado y autoritario se dejó sorprender por la mala praxis en una obra tan compleja y crítica como Los Chorros. Tampoco es entendible cómo el narcotráfico despacha droga al exterior. El contenedor de Panamá no es el primero. O será que esas operaciones gozan de protección de la misma manera que las pandillas en su momento.
Los enemigos del pueblo no son los buseros, a quienes Bukele exigió prestar servicio gratuito sin garantías, sino los incompetentes y los desvergonzados. Atrapado en la mentira, la negligencia y la corrupción, el régimen agota rápidamente sus posibilidades.
* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.