El Salvador se mueve

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La aguda crisis de (in)seguridad pública que vive el país; la no resuelta crisis fiscal que desafía la gestión gubernamental; el práctico estancamiento en que se encuentra el comportamiento de la economía nacional; la incertidumbre de tener una gestión electoral de calidad en 2018; y la virtual erosión del apoyo al sistema de partidos salvadoreño parecen estar indicando que el país se mueve y se dirige hacia una crisis como no se ha experimentado desde finales de la década de 1970.

Hay elementos externos y ambientales que pueden potenciar esa probable crisis general. Ejemplos de ellos puede ser: un posible retorno de miles de salvadoreños desde Estados Unidos, con la consiguiente disminución en la entrada de divisas en forma de remesas familiares, que a la vez puede tener un impacto negativo en el consumo familiar y, por tanto, en el comportamiento de la economía nacional; o algún evento natural de grandes proporciones (terremoto, erupción volcánica, incendios forestales, sequías o inundaciones, o la proliferación de enfermedades tropicales.

La clase política actual tiene una gran responsabilidad en el futuro inmediato de los salvadoreños, por acción u omisión. Pero la coyuntura electoral carga de nubes el ambiente y no deja ver la gravedad de este asunto a la ciudadanía, que también tiene su cuota de responsabilidad. No es desentendiéndose de la política, en general, y de las elecciones, en particular, como se podrá dar un “golpe de timón” a la barca nacional para que se mueva en otra dirección.

El país demanda cambios y el actual sistema de partidos, que es parte de la institucionalidad política que comunica a la sociedad y el sistema político, no parece estar a la altura del momento. Es más, parece haberse convertido en una tranca que está impidiendo cambiar el rumbo hacia la crisis general en que está metido el país. Algunas voces juveniles demandan cambios pero no son escuchadas por el establisment. Por ello pueden ser presas de iniciativas que no necesariamente van a dar el “golpe de timón”. La constitución de una fuerza social joven, distinta y amplia es hoy necesaria para mover al país en otra dirección.

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