Este año 2017 tiene novedades importantes en materia electoral. Los partidos políticos tienen que seleccionar sus candidatos para diputados y concejales municipales mediante procesos de elecciones internas. Esta es una oportunidad para que los partidos enrumben su vida interna en una dirección democrática. No es que la realización de elecciones internas sea suficiente para hablar de partidos democráticos. La democracia siempre es más que elecciones. Pero que los candidatos no sean elegidos “de dedo” ya podría ser una cambio importante para empoderar a la base de militantes en la toma de decisiones vinculantes dentro de los partidos.
La “Ley de partidos políticos”, aprobada el 14 de febrero de 2013, establece que los partidos deben realizar elecciones internas para la selección de candidatos y candidatas a cargos de elección popular, “con voto libre, directo, igualitario y secreto de sus miembros o afiliados inscritos en el padrón correspondiente a su circunscripción territorial y de conformidad a las normas establecidas” en la ley, los estatutos de los partidos y reglamentos (cfr. Art.13). Este artículo será aplicado por primera vez este año.
Los partidos políticos ya están metidos de lleno en esta primera elección del periodo 2017-2019. Sin embargo, es oportuno preguntarse si la aplicación del mencionado artículo está siendo eficaz en tanto a introducir dinámicas democráticas dentro de los partidos. No es el momento de emitir un juicio definitivo al respecto. Para ello habrá que esperar a tener resultados. No obstante, vale la pena responder ¿cómo se están planteando esas elecciones internas en cada partido? ¿se trata de una competencia entre personas más que entre propuestas que luego intentarían promoverse desde los cargos de elección popular? ¿están dando las autoridades electorales de cada partido garantías para la aplicación del art.17 de la Ley de partidos? ¿tienen realmente los militantes igualdad de oportunidades para expresar sus preferencias, sin presiones de parte de las autoridades de los partidos?
Aunque se trata de procesos internos, donde la ciudadanía que no forma parte de los partidos no puede intervenir, los resultados de tales procesos atañen a esa ciudadanía porque sobre esa base tomará su decisión en las elecciones de diputados y concejos municipales de 2018. Ello abre una oportunidad para que la democratización interna de los partidos sea impulsada también desde fuera. Si los partidos realizan elecciones internas “amañadas”, eso debe saberlo la ciudadanía en general. Esta tendría una oportunidad, negándoles su voto, para castigar a los partidos que habrían intentado burlase de ella y de sus militantes.