Recién en enero de este año el país celebró el veinticinco aniversario de la firma de los Acuerdos de paz, muchos cambios estructurales se originaron en ese documento. Uno de los cambios radicales fue la creación de un nuevo ente y autoridad en materia electoral: el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
A raíz de los Acuerdos de Paz de Chapultepec (México) celebrados el 12 de enero de 1992, y que pusieron fin al conflicto armado (1980-1991), el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) introducen reformas a algunas de las instituciones existentes. Como punto destacado de los Acuerdos, específicamente en el acápite III numeral 1 sobre las Reformas Constitucionales, se acordó la eliminación del Consejo Central de Elecciones (CCE) y en su lugar se creó el Tribunal Supremo Electoral (TSE)1. Desde esa fecha se han organizado diversos eventos electorales (ver tabla adjunta; datos del TSE). Cabe la pregunta, ¿para qué todas esas elecciones?, ¿qué ha ganado la población, la sociedad, el sistema político, los partidos políticos, el país? Hay que aceptarlo: no hay democracia sin elecciones. Por lo tanto nuestro sistema político, nuestra democracia es mejor que antes del conflicto armado de los años ochenta.
Ya no hay fraudes como los que se hacían en tiempos de elecciones organizadas por gobiernos militaristas y partidos pro imperialistas norteamericanos. Es aceptado que hoy en día, las elecciones materializan la decisión de los ciudadanos sobre quiénes les representan en el órgano ejecutivo; en los consejos municipales y en la Asamblea Legislativa. Las elecciones son el canal para legitimar a los poderes políticos. No obstante, en nuestro país, y aceptando que a nuestro régimen político se le puede denominar como elitismo competitivo, si es así, las elecciones juegan un papel relevante y central para “dirimir la disputa por el control de los recursos autoritativos, pero donde es muy difícil, sino imposible, sancionar a las élites por el abuso o mal uso de dichos recursos”2. En otras palabras, las elecciones no solo han fortalecido el sistema político, y cada elección ha servido para legitimar a los representantes políticos sino que también, de forma simultánea se ha legitimado el abuso y el robo o apropiación indebida de los recursos a los que tienen acceso nuestros legítimos representantes. Hemos sido parte de avalar y fomentar una cultura de políticos que se aprovechan, a sabiendas de los vacíos de control de la función pública, y en vez de servir al bien común, devienen en vividores de los recursos públicos. Nunca sabremos las verdaderas intenciones y motivos por los que un ciudadano entra a la política partidista pero viendo la historia vemos que muchos candidatos solo buscan enriquecerse. Por otra parte, el sistema de vigilancia de esas malas conductas y delitos no se fortalece, no hay mayores controles y sanciones generándose así un sistema de impunidad y corrupción política.
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1 El TSE fue creado mediante la reforma constitucional, promulgada mediante el Decreto Legislativo Nº 64, de 31 de octubre de 1991, publicado en el Diario Oficial Nº 217, Tomo 313, de 20 de noviembre de 1991. Los artículos 208 y 209 del actual texto constitucional regulan la conformación y competencias del TSE Información recuperada del sitio web del Tribunal Supremo Electoral el 13 de marzo 2017. Consultado en línea: http://www.tse.gob.sv/institucion/historia.
2 Artiga-González El sistema político salvadoreño. San Salvador, Edición de UCA-Agencia de Cooperación Española-Pnud El Salvador. 2016, pág. 195.