En torno a la crisis

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Los salvadoreños estamos tan habituados a vivir en crisis que incluso tendemos a considerar que no la hay. Sin embargo, todos los indicadores nos dicen que vivimos en permanente crisis. Crisis de una economía que no despunta, que favorece terriblemente la desigualdad, que mantiene en situación de pobreza real a un alto porcentaje de la población. Crisis social, con dos factores que destacan enormemente: la violencia y la corrupción. Crisis institucional, hoy patente en la desobediencia de la Asamblea Legislativa a la Sala de lo Constitucional, pero que es mucho más profunda y extendida si vemos el funcionamiento de las instituciones responsables de las redes de protección social que el Estado debe brindar a la ciudadanía (un amigo que trabaja en el Hospital Zacamil me decía que las dos frases más repetidas entre médicos y enfermeras son "no hay" y "ahorita vuelvo").

Se trata, en definitiva, de una crisis de larga data. Con fechas que se remontan bastante antes de los 20 años de Arena. Una crisis desatendida durante demasiado tiempo, que generó una guerra civil de doce años y que ha ido mostrando sus efectos en la grave carencia de cohesión social. La emigración en las proporciones en que la sufrimos (una cuarta parte de los salvadoreños viven fuera de su propio país) es un signo claro del malestar de una gran proporción de nuestros compatriotas ante la falta local de oportunidades. La violencia responde también a la crisis. Y no es fácil que disminuya, tanto por la profundidad de los problemas económicos y sociales como por el miedo y la falta de confianza en las instituciones. El actual Gobierno ha emprendido con mayor empeño que los anteriores una serie de medidas para paliar los efectos de la crisis. Pero la propia realidad del país nos dice que son insuficientes y que no tienen el ritmo adecuado para generar un cambio real. Frente al problema de la violencia han tenido efectos más positivos las decisiones tomadas por la dirigencia de las maras que la actividad profesional de los cuerpos de contención y persecución del delito.

Un joven economista, Werner Peña, publicaba recientemente en Rebelión un artículo desmontando la famosa equiparación neoliberal de la economía familiar con las economías nacionales. Recordaba que abunda la afirmación de que así como cuando en una familia hay exceso de endeudamiento (o crisis económica) se recortan los gastos y se aprieta el cinturón, así dicen los neoliberales que se debe hacer a nivel nacional. Este economista salvadoreño refutaba con claridad esta tendencia a asimilar lo micro con lo macro. Y es que, además, en una familia que se precie de serlo, cuando la crisis económica se ceba en ella, lo último que se recorta son los beneficios de los más débiles: la educación, la salud y el alimento de los niños. Y quienes más se sacrifican suelen ser los más fuertes: los padres, los hermanos mayores, los adultos en general. Los neoliberales, al contrario, como estamos viendo en algunos países de Europa, comienzan recortando los beneficios de los pobres mientras sus millonarios se siguen enriqueciendo. Y lo mismo predican en Estados Unidos los fanáticos del Partido Republicano (léase tea party), con sus proyectos de privatizar los servicios sociales de su país. Y por supuesto, algo parecido suelen graznar los parlanchines representantes de la ANEP en El Salvador.

Nuestro arzobispo, monseñor Escobar, ha pedido repetidamente a los partidos políticos que depongan sus intereses para buscar una pronta salida al conflicto que la Asamblea Legislativa ha provocado y protagonizado contra la Sala de lo Constitucional. Y es que estamos empleando demasiado tiempo en dividirnos cuando la crisis económico-social que nos aflige necesita de soluciones que unan a la mayoría de la población. Mientras el mundo sufre una crisis que indudablemente repercutirá en nuestra débil economía, mientras se prepara otra crisis mundial de alimentos, que sin duda golpeará más a los más pobres de nuestra tierra, pero también a nuestras clases medias, nosotros seguimos empeñados en prolongar una crisis que desde el principio hubiera tenido una solución fácil.

Urge superar la crisis institucional y enfrentar otros temas con una mentalidad diferente. La crisis actual tiene ya una connotación preelectoral, que cobrará fuerza en la medida en que pase el tiempo sin que se llegue una solución digna e inicie esta próxima y larga campaña electoral anticipada, que sin duda será amarga. Mientras lo que el país necesita son soluciones acuerpadas por la mayoría, las campañas electorales tienden a dividirnos. Si queremos salir de la crisis gruesa, la crisis de este país nuestro, tan querido pero tan violento, desigual e injustamente subdesarrollado, debemos empezar a construir acuerdos nacionales en los campos de la educación, la salud, la vivienda social, el sistema de pensiones y el sistema tributario. Acuerdos que puedan enfrentar un ritmo de desarrollo más acelerado y con mejores posibilidades de futuro. Sin estos acuerdos, la división continuará en El Salvador. Desaprovecharemos el bono poblacional, la capacidad de nuestra gente, la bondad de la mayoría de salvadoreños, para sumirnos en la perpetuación de un presente miserable. Tal vez sin guerra, pero con otras plagas que seguirán trayendo desgracia y dolor a nuestro pueblo.

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Anónimo
17/08/2012
10:06 am
Roberto: Yo cuestiono las ideas de chema no a su persona, tu defiendes a chema y no a sus ideas, en tanto que no refuerzas ninguna de sus premisas y conclusiones solo me atacas por el hecho de haberlo cuestionado no te parece desde perspectiva, tautológica la acusación de absulutismo? Son los males de la tecnocracia acusar de fanatismo ideológico cuando se dilucidan las posiciones camuflageadas con lenguaje académico, posiciones que encierran valores, que no se escapan de lo que tu llamas fanatismo ideológico. Nada más fanático que descalificar los argumentos, encasillando las ideas desde un todo descalificante, en tanto que no abordas los contenidos concretos, sino apriori estableces una descalificación general. Solo te pido que abras tu mente, la crítica es un derecho que asiste no solo a tojeira, sino a mi persona y que conciente, alegre y maduramente ejerzo. Abrazos
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Anónimo
17/08/2012
07:32 am
No creo que haya relativismo en el texto, pero de haberlo, es más práctico! El Absolutismo enferma la mente. A mí no me cabe ninguna duda que los esfuerzos en el Agro salvadoreño y las acciones a nivel de la educación, por lo menos en el área básica pero nada en la educación media ni universitaria, se han implementado con todo lo esmero y capacidad que el endeudamiento le ha permitido al gobierno (uno que obviamente no es responsabilidad del actual). Sin embargo, ¿De cuál "Política de Seguridad" habla este Mario? ¿a qué "Cambio de Modelo" se refiere para verlo incidiendo en la economía diaria de los salvadoreños? Debo estar de acuerdo con Mario en no perder la "Esperanza del Cambio", pero creo que las críticas expresadas con prudencia, como lo hace el Padre Tojeira, son m&a
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Anónimo
16/08/2012
10:03 am
Me parece incorrecta una relativización de los conceptos equiparando crisis institucional, con social, política e incluso económica, al grado de no entender el marco categorial del que se parte. Esto en el fondo es premeditado chema busca equipara la crisis de los poderes a la crisis económica y descargar la responsabilidad de ARENA de los 20 años de programas neoliberales responsables del modelo consumista y excluyente hoy en transformación. Además Chema distancia a la ANEP de ARENA y además saca a la ANEP de los cuatro, cosa que no es correcta y la pugna de intereses la tranforma en una pugna entre poderes. De que sirve citar artículos de rebelión y opinar a favir de los pobres si finalmente termina favoreciendo una posición hegemónica y alimentando la desesperanza del cambio, invisibilizando loas avances gubernamentales en materia de salud, educaci&am
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Anónimo
16/08/2012
10:01 am
Lo felicito por su visión y claridad para traducir en palabras sencillas, lo que nos está ocurriendo. Por favor escriba más seguido y ayúdenos a entender, el tipo de País que hemos sido, que somos y que si no hacemos algo TODOS. Seguiremos siendo.
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