La inminente expulsión del actual alcalde de San Salvador de las filas partidarias que lo llevaron a la silla edilicia, pone en el escenario un hecho inédito hasta ahora, una capital con un alcalde sin partido. Ante esta situación cabe plantearse varias interrogantes respecto a las implicaciones de este hecho que trascienden del ámbito de las competencias que un instituto político puede tener.
Hasta hace poco fue declarado inconstitucional el transfuguismo en los diputados. La posibilidad de cambio de militancia de cualquier legislador de un partido a otro que no fuese aquel que lo impulsó a su cargo fue prohibida legalmente. Esto se había convertido en algunos momentos de nuestra reciente historia política en moneda de cambio, dejando en el aire la preferencia y representación de aquellos votantes que habían llevado a dichos diputados a obtener su escaño legislativo.
Esta situación, superada jurídicamente, presenta ciertos elementos de similitud con la inminente expulsión del alcalde Bukele de las filas del FMLN. Al concretarse esta expulsión, la representatividad y opción de los votantes que le dieron su respaldo quedaría de cierta manera en el aire. Al quedar fuera el alcalde de la estructura partidaria que lo llevó a su cargo, ¿cómo queda entonces la representación partidaria por la cual optaron sus electores? Esto abre, a mi juicio, la puerta para un importante debate jurídico, que, de manera similar al asunto del tranfugismo, deberá resolver sobre este tipo de situaciones a fin de regularlas. Acá las posibilidades no son muchas, o es constitucional que un alcalde que llegó respaldado y que fue la carta de un partido en particular se quede en el transcurso de su gestión sin ese respaldo y no continúe representado a dicho instituto político, o se declara inconstitucional y el partido no podría expulsarlo. Sin duda serán los magistrados quienes en su momento podrán dirimir los conflictos legales y de derechos que se dan en esta situación.
Por otra parte, a nivel político, las condiciones que ahora tiene el alcalde Bukele para seguir adelante con sus proyectos en la capital sin el respaldo de ninguno de los dos partidos que integran su consejo municipal sin duda le plantean un reto hasta ahora con pocos precedentes. Uno de ellos podría ser el del anterior alcalde de Mejicanos, Carlos Meléndez que tuvo que llevar su gestión sin el respaldo político de su partido, el FMLN, por conflictos internos. Como resultado en esos tres años el municipio no tuvo ninguna mejora. Sin embargo, en esa ocasión la situación no se ventiló públicamente, por lo que dicho alcalde no fue expulsado del partido, aunque políticamente fue puesto en “el congelador”. Gobernar la capital sin el respaldo de los dos grandes partidos implicará la búsqueda de más apoyos externos para concretar los proyectos que el actual alcalde tenga de inversión social. La empresa privada y los apoyos que pueda tener fuera de las fronteras podrían ser una opción a la cual el deberá recurrir.
Un tercer elemento de análisis es que, a lo mejor sin así haberlo planificado, al ser expulsado Bukele expondrá ante la población algunas similitudes de ARENA y el FMLN en ciertos aspectos de su manejo interno tales como: la imposición de intereses de grupos de poder, la poca capacidad de diálogo y negociación y la intolerancia e incapacidad de manejo político asertivo a las críticas internas provenientes de alguien de sus propias filas. Finalmente, si la intención del FMLN será desacreditar la gestión de Bukele obedeciendo a un criterio hepático de devolver de esta manera todos los desagravios que éste le ha causado, deberá oponerse a los proyectos de inversión más significativos. El FMLN sabe de las claras intenciones del actual alcalde Bukele de, al menos, continuar al frente de la capital, por lo que buscará restarle capital y apoyo político y ciudadano a toda costa. Por ende, deberán tratar de bloquear toda mejora en la capital que pueda atribuirse a la gestión del alcalde. ¿Cómo quedará este partido ante la población si toma este tipo de posturas similares a las que le critica a ARENA? Pareciera que en esta situación nadie la tendrá fácil, ni el expulsado, ni el expulsor.