La aparición de dos cuadernos de contabilidad informal de la partida secreta de Casa Presidencial pone en aprietos a Arena. Los cuadernos revelan el uso discrecional de ese fondo. Aunque no dan acceso a la totalidad de la gestión, van mucho más allá de los recibos de los sobresueldos ya conocidos. Los cuadernos registran la emisión de cheques por elevadas sumas de dinero a favor de tres presidentes y sus colaboradores cercanos, todos de Gobiernos de Arena.
Ante la evidencia, la actual dirigencia del partido de derecha no tiene solvencia para reclamar al FMLN la crisis financiera del Estado, dado que sus máximos dirigentes, sus referentes ideológicos y políticos, y sus caras más públicas se han aprovechado de Casa Presidencial para desvalijar al Estado. Ni puede exigir trasparencia cuando sus máximos dirigentes se ampararon en la ausencia deliberada de control institucional para financiar sus campañas electorales y para engrosar sus cuentas particulares. Tampoco puede negar los votos para nuevos préstamos con el pretexto de no aumentar la deuda, porque sus máximos dirigentes se encuentran en su origen. Es contradictorio que la actual dirigencia de Arena exija al FMLN aquello de lo cual sus máximos dirigentes hicieron caso omiso cuando ocuparon Casa Presidencial.
Arena tiene mucho que explicar a la sociedad. No se trata de simples “errores del pasado”, tal como dice ahora su dirigencia, sino del saqueo del Estado. Ni es “irresponsabilidad de algunos”, sino de la dirigencia del partido y del partido mismo. No se responde con “valentía”, ni “madurez”, ni “humildad” cuando la dirigencia de hoy intenta disimular la gravedad de la corrupción institucional de la cual es responsable directa. Más aún, si esos cuadernos no hubieran aparecido, la cúpula del partido permanecería callada como hasta ahora, mientras atribuye a su adversario principal lo que también es responsabilidad suya. De hecho, el FMLN solo ha dado continuidad a unas prácticas corruptas muy rentables.
Paradójicamente, el partido que defiende los intereses del gran capital, el sector que proporcionalmente paga menos impuestos, se aprovecha del poder para apoderarse de las contribuciones de aquellos que perciben menos ingresos. Los responsables debieran ser inhabilitados para ocupar cargos públicos y partidarios de por vida, y debieran ser obligados a devolver, con intereses, el dinero que tomaron indebidamente. Esto último contribuiría a aliviar la presión fiscal y a reducir el endeudamiento, una de las prioridades de la Arena actual.
No es que el FMLN sea más transparente, menos corrupto y más institucional que Arena; se trata de un asunto de coherencia y decencia. Arena no puede exigir a otros lo que sus dirigentes no practicaron cuando estuvieron en el poder, sin antes dar una explicación y sancionar institucionalmente a los responsables. Los cuadernos de contabilidad muestran la pesada losa que la dirigencia ha echado sobre el partido. Una losa que se agrega a la que vincula a su fundador con el asesinato de monseñor Romero.
Contrario a lo que asegura Casa Presidencial, existen más registros de la gestión clandestina de la millonaria partida secreta. Niegan su existencia porque sus ocupantes actuales también reparten generosamente el dinero de los contribuyentes. Tampoco pueden negar la existencia de los sobresueldos. La realidad se ha impuesto con su crudeza habitual y ha dejado al descubierto a los políticos que han negado los sobresueldos y el financiamiento ilegal de sus campañas electorales. La cruzada de honradez y austeridad de Arena lo deja muy mal parado. Los cuadernos ponen de manifiesto la corrupción no de un puñado de oportunistas, sino de la estructura del partido.
La única salida decente es aceptarlo y emprender la revisión de la institucionalidad, que debe comprender la supresión de la partida secreta, la inclusión de los gastos de seguridad en el Presupuesto Nacional y la liberación del control partidario de las instancias contraloras de la gestión gubernamental. Esta es la única forma eficaz de combatir la corrupción. Hasta ahora, la combinación de la inutilidad de esas instancias y la decisión política de no investigar ha garantizado la impunidad. Las promesas de los personajes con ambición política de este tiempo carecen de credibilidad en tanto que ellos pertenecen a una estructura corrupta. Además de no matar, hay que insistir en el no robarás ni codiciarás los bienes ajenos. Mucho menos los de los contribuyentes, cuya inmensa mayoría está constituida por los ciudadanos con los ingresos más bajos.
Una última palabra sobre el medio digital que persiguió la evidencia para documentar la gestión de la partida secreta. Su trabajo marca la diferencia entre el periodismo servil y el comprometido con la realidad, entre el periodismo que difunde oscuridad y el que hace luz.