La coyuntura indefinida

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Proceso
11/03/2021

Pasadas las elecciones y el triunfo de Nuevas Ideas, que algunos gustan calificar de “arrasador”, entramos ahora en una coyuntura de relativa indefinición. La Asamblea Legislativa actual funcionará hasta el 30 de abril, pero es difícil pensar que haga gran cosa. El apoyo masivo al presidente en las pasadas elecciones, la no continuidad en la Asamblea de la gran mayoría de los diputados actuales y la posibilidad de un veto presidencial que anule, por cuestión de los tiempos, cualquier legislación que se quisiera impulsar, deja al poder legislativo en una especie de limbo. Tampoco el poder Ejecutivo podrá hacer gran cosa, especialmente en temas que impliquen restricciones a derechos ciudadanos o cambios en temas económicos. Lo que sin duda habrá es conversaciones internas en Nuevas Ideas, planificación, y probablemente arreglos, para entrar a partir del mes de mayo con una fuerte actividad legislativa.

Lo más interesante, a lo largo de estos dos meses de coyuntura indefinida, será analizar el lenguaje y discurso del poder Ejecutivo. Si ya con la casi totalidad del poder en las manos de Nuevas Ideas el discurso continúa siendo “arrasador” contra cualquier tipo de oposición o posicionamiento crítico, podemos prepararnos para un régimen autoritario que no tendrá nada que envidiar a los presidencialismos de nuestros tres vecinos del CA-4. El deterioro, especialmente en Honduras y Nicaragua, con los presidencialismos prolongados, señala la dificultad o imposibilidad de construir desarrollo desde el autoritarismo y el control absoluto del poder. La libertad de expresión y los Derechos Humanos puede que se conviertan en las únicas armas defensivas de quienes desean construir una democracia moderna e inclusiva, que busque en el país una mayor igualdad y justicia social.

Si el lenguaje del poder se vuelve más maduro y sereno, desde la seguridad que da el control del legislativo, las posibilidades de diálogo y de búsqueda conjunta de soluciones para el país podrán ser más probables. Al Gobierno le tocaría entonces superar el ansia de poder absoluto y bajar radicalmente el tono a los fanatismos, que han conseguido ya carta de ciudadanía entre los vencedores de la contienda electoral. Todavía se está a tiempo de contrarrestar los graves desencuentros del pasado inmediato, aunque no sea fácil. Son dos escenarios en los que el elector es exclusivamente una persona, dado el liderazgo conseguido entre sus seguidores por el actual presidente.

A El Salvador, por supuesto, le conviene el segundo escenario. No estará exento de tensiones, porque la libertad de expresión despierta reacciones demasiado airadas en los que mandan, y porque en el país no existe una cultura de Derechos Humanos bien establecida en ninguno de los tres poderes de la República. Temas como los ajustes fiscales son complejos y pueden incidir con dureza en la vida de las personas. Aunque sean necesarios, la falta de preparación económica y negociadora de los técnicos gubernamentales, así como la estupidez de algunos organismos internacionales, que no temen aumentar el hambre y la pobreza con tal de conseguir sus fines, no dejan de causar preocupación. Aumentar el IVA en un país con una economía en recesión golpeará sin duda y con fuerza a los más pobres. El peso de la tendencia gubernamental a salir del paso con improvisación, con ataques a otros, con promesas y con justificaciones más publicitarias que racionales, puede llevarnos a una situación de estancamiento y pobreza de difícil solución.

En ese contexto, el 27% de los electores que no votó por Nuevas Ideas y que podría llamarse oposición, compuesta por muy diversos grupos, debe apostar por la reflexión y las propuestas serias y fundamentadas desde una economía solidaria y valores democráticos. Los espejismos solo se superan desde la conciencia y la realidad. La construcción de imaginarios ideales puede seducir cuando se vive en el reino de la necesidad. Pero competir en ese terreno solo llevaría, en el mejor de los casos, a seguir en lo mismo. Las Naciones Unidas presentó hace ya algunos años, los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ver la realidad y crear conciencia de las necesidades, elaborar desde ahí los propios objetivos para los próximos 3 años, proponer tiempos de realización de dichos objetivos, evaluar todos los años con transparencia el avance o retroceso de los mismos, son tareas que tienen pendientes los grupos críticos. Si los sectores críticos no elaboran proyectos propios de desarrollo, las imágenes construidas artificialmente, la propaganda vacía o semi vacía, las acusaciones a la oposición de toda fatalidad o fracaso que suceda, el griterío, la ilusiones y las mentiras continuarán siendo el ambiente que domine la política nacional. Proyectos serios de desarrollo pueden ayudar al crecimiento de la conciencia democrática, cuestionar imágenes y emociones e incluso podría ayudar a cambiar de rumbo al Gobierno. Mientras esto no se dé, la coyuntura permanecerá indefinida durante un par de meses. Las mujeres ya nos han dado ejemplo de cómo incidir en la coyuntura y reclamaron en su día una igualdad real en dignidad y derechos. Concretar el derecho a la igualdad con una propuesta de reforma constitucional que exija una cuota de género en la Asamblea Legislativa de un 40% podría ser un paso, entre otros más.

 

* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 36.

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