Manifestación y ¿oposición?

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Proceso
04/05/2023

La manifestación del 1 de mayo muestra la realidad que se va configurando como oposición en El Salvador. Es todavía un conjunto de situaciones diferentes el que une a la multitud que se manifestaba en protesta. Pero señala las profundas debilidades del régimen y los caminos por donde crecerá el descontento si el gobierno actual no se abre más al diálogo y no corrige modos de actuar excesivamente autoritarios y arbitrarios. La problemática económica es probablemente una de las grietas del sistema actual que generará mayores protestas en el futuro. El encarecimiento de la comida, el alto costo de la deuda, los trabajos formales de escasa calidad y bajos salarios, el subempleo y la informalidad, forman una cadena de malestar social que cada día se irá manifestando con mayor dureza, si no hay cambio en el rumbo actual de la gestión económica. Las obras prometidas, pasos elevados en carreteras, trenes y aeropuertos, si bien no son en teoría malas inversiones, caminan con demasiada lentitud y corren el peligro de no dinamizar la economía ni favorecer a los sectores sociales más vulnerables ante una crisis creciente. El turismo, con todo y el desarrollo tenido en los últimos años, tiene sus limitaciones en la propia geografía salvadoreña y en la fácil competitividad de los países vecinos, con mayor diversidad geográfica y cultural. El propio crecimiento económico, en conjunto escaso, tiende más a concentrar la riqueza en pocas manos que a multiplicar el bienestar. La falta de respuesta gubernamental en el área de la fiscalidad tiende a reflejar lo equivocado del camino escogido. Y, por supuesto, tampoco el bitcoin ha tenido resultados coherentes con la propaganda con la que fue adornado. Recoger las críticas ciudadanas para ofrecer proyectos alternativos es el mejor camino de cambio.

Pasar de la manifestación de protesta a la oposición con proyecto de país no es fácil. Los partidos políticos tradicionales están quemados y no dan muestras de renovación. La oposición civil y ciudadana, todavía incapaz de presentar un proyecto alternativo con mayor racionalidad y capacidad de convencer a la ciudadanía, puede encontrar en la manifestación del primero de mayo los elementos que deben configurar un proyecto nacional de desarrollo que logre legitimidad y credibilidad. El empleo formal con salario digno, el impulso al desarrollo comunitario y al emprendimiento, el establecimiento de mayores recursos fiscales, el freno a la corrupción, y la educación y la capacitación del mundo de trabajo, así como a las nuevas generaciones, son elementos básicos. Convencer al capital de la necesidad y conveniencia de una reforma fiscal progresiva, aunque tarea difícil, es también necesario. La maquinaria propagandística del gobierno tratará de destruir tanto contenidos como credibilidades. Y por eso mismo resulta indispensable que el proyecto de desarrollo nacional no solo sea  claro, decente y viable, sino que además tenga el mayor apoyo posible. Estar enraizado en la gente que sufre vulnerabilidades y problemas da en el largo plazo unas fortalezas que las propagandas no pueden destruir.

Pero queda la construcción de democracia. La desconfianza ciudadana en las instituciones nacionales tuvo un fuerte peso en las victorias electorales del actual presidente. Frente a instituciones lentas, burocráticas y con buenas dosis de aprovechamiento lucrativo de sus funcionarios y corrupción, Nayib Bukele arrasó electoralmente tras demostrar que es una persona que resuelve situaciones. Aunque algunas de sus promesas se hayan atrasado, ha sabido utilizar donaciones y solucionar problemas, al menos parcialmente, con mayor eficacia que los partidos tradicionales y darle a sus soluciones temporales una propaganda agresiva. Y la gente prefiere soluciones, aunque sean parciales o incluso irregulares, a instituciones cuyas ventajas o aportes para las mayorías es irrelevante. Querer volver a lo de antes simplemente porque quienes estaban en el poder o en la comodidad dicen que lo anterior era mejor, no mueve ni arrastra a nadie. Se necesita aprovechar los conflictos que están creando las actuaciones arbitrarias del poder para mostrar un nuevo estilo de concepción de instituciones, abiertas a las necesidades de la gente, evaluables y ágiles en el servicio. Pero de nuevo, la oferta democrática de la oposición es demasiado formalista y nada en su lenguaje muestra un camino diferente a lo que hubo en el pasado.

Desde un punto de vista participativo, la manifestación del primero de mayo fue realmente un éxito. Y eso es positivo en un ambiente político en el que no parece haber alternativas ni conocidas ni viables. Tiene además los marcadores de las necesidades concretas de cada vez mayor número de personas. Frente a las distracciones que el régimen trata de colocar ante la oposición, para que esta funcione reactivamente, y prácticamente sin propuesta ni creatividad, es necesario dialogar, pensar, crear y encontrar acuerdos para un proyecto nacional. Una tarea más lenta, menos visible pero más eficaz en el largo plazo. Caer en la reacción agresiva es caer en la trampa de quienes solamente saben insultar. Y ahí los “troles” ganan. Sin abandonar tareas importantes, como la denuncia del empobrecimiento y la desigualdad, el mal funcionamiento de instituciones básicas, la defensa de derechos humanos y la falta de preocupación y defensa de los bienes naturales, se debe dedicar más tiempo a la construcción de una plataforma o programa de futuro, que pueda dar conciencia, luz y esperanza a quienes manifiestan su descontento con la arbitrariedad y el abuso.

 

* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 120.

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Libertador
08/05/2023
16:44 pm
Con mucho respeto por la institución, esa oposición editorial cuyas causas son públicas, les resta credibilidad. Mejor buscar balance respetando verdades y veredas.
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