La solución final

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Las tensiones entre el partido FMLN y el alcalde de San Salvador han alcanzado, finalmente, quizá un punto de no-retorno. Los incidentes en la reunión del Concejo Municipal donde los concejales efemelenistas no votaron a favor de los proyectos del alcalde en el centro histórico de San Salvador, más el intercambio de mensajes “calientes” en las redes sociales entre la diputada Lorena Peña y el alcalde Bukele, parecen haber sido los detonantes de la nueva situación. Al momento de redactar este editorial ya se habla de expulsión y de la existencia de un plan B en el FMLN para sustituir la candidatura del actual jefe edilicio.

La coyuntura planteada era de esperar. El alcalde de San Salvador ha reiterado sus pretensiones de ser candidato presidencial y la dirigencia del partido que lo llevó como alcalde, primero, en Nuevo Cuscatlán y, después, en San Salvador, no lo ha visto como su presidenciable pues les parece que podría resultar en una reedición del ex presidente que ahora está asilado en Nicaragua.

El alcalde ha venido trabajando por su candidatura presidencial y sabe que si quiere ser candidato en 2019 tiene que romper con el FMLN, pues este no le quiere como tal. No lo tiene fácil pero eso no lo detiene. Su discurso ante salvadoreños residentes en Estados Unidos deja entrever que está buscando el apoyo de estos. Una campaña electoral tiene costos financieros y aquellos pueden ser una fuente que explotar y una fuente de cuadros para un eventual gobierno. En la cabeza del alcalde tiene que estar presente también la necesidad de contar con apoyos legislativos fuera de las líneas del FMLN. Obtener fuerza legislativa a partir de candidaturas independientes podría ser una alternativa todavía dada la fecha tope en el calendario electoral.

El partido se la juega. Confía en la existencia de una base militante distribuida territorialmente para ganar, sin importar el candidato, tanto las elecciones del concejo municipal de San Salvador, en 2018, como las presidenciales en 2019. Pero visto este asunto desde una perspectiva organizacional, la derrota en ambas elecciones podría ser lo mejor para salvar al partido de una gestión gubernamental con problemas todavía mayores que los que actualmente enfrenta. Sería preferible dejarle “la papa caliente” a otro partido. Pero una solución así tendría “efectos colaterales” en todos aquellos militantes y simpatizantes del partido que perderían los incentivos “materiales” que el partido les proporciona a cambio de trabajar para aquel. En este sentido, estos militantes harán todo lo posible para que el partido gane ambas elecciones. Con esta confianza en una militancia obediente, la dirigencia del FMLN optaría por una solución final.

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