Según el calendario electoral, el 3 de agosto fue la fecha tope para que los partidos políticos llevaran a cabo sus elecciones internas para decidir quiénes serán sus candidatos para las elecciones de 2018. Por lo que se ha sabido al respecto, no parece que los militantes de los partidos hayan escogido candidatos que impliquen cambios en el comportamiento de la Asamblea Legislativa 2018-2021. En este sentido se puede decir que, desde los partidos, no ha resultado nada nuevo bajo el sol.
Por otro lado, se han conocido en los últimos días la intención de algunos ciudadanos para presentarse como candidatos no partidistas. En realidad, el periodo para su habilitación se abrió el pasado 2 de junio y está abierto hasta el 3 de octubre, fecha tope para presentar al TSE los libros con las firmas necesarias para su inscripción. Estos ciudadanos pretenden hacerse eco del descontento con los partidos políticos que se nota en el clima de opinión. Quieren aprovechar eso descontento para presentarse como una oportunidad de introducir cambios en la forma de hacer política desde la Asamblea Legislativa.
Ahora bien, ¿qué les hace diferentes de los candidatos partidarios a estos ciudadanos? Así como el descontento con el gobierno no se traduce mecánicamente en simpatías por la oposición, el descontento con los partidos no tiene por qué traducirse mecánicamente en simpatías por candidaturas no partidarias. Para que esto sea así, primero tienen que superar los obstáculos para su inscripción especialmente la recolección de entre 6 y 12 mil firmas de apoyo de otros ciudadanos, según de la circunscripción en la que han de competir (Decreto 555, art.8, lit c). En segundo lugar, tienen que dar a conocer sus propuestas de trabajo legislativo en temas cruciales para la ciudadanía. Y, por no mencionar más, en tercer lugar, tienen que definir cuál será su fuerza legislativa frente a la fuerza de los partidos en los debates parlamentarios. Allí está el caso del diputado Rodolfo Parker, de la Democracia Cristiana. ¿Cuál es la fuerza legislativa de este diputado que actúa en soledad, pese a ser un diputado partidista?
Solamente porque estos ciudadanos pretendientes a diputados no partidistas digan que son diferentes, o que promoverán la transparencia y el combate a la corrupción desde su curul, no quiere decir que realmente serán diferentes. Sus aspiraciones pueden ser legítimas, pero no bastan las aspiraciones para transformar la política salvadoreña desde la Asamblea Legislativa. ¿Por qué no aprovecharon el clima de descontento con los partidos para hacer primero un trabajo de organización de ese descontento para lanzar sus candidaturas en otro momento? Por de pronto habrá que ver si se concretan, o no, estas otras candidaturas, las no partidarias.