Los jóvenes durante las elecciones

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Durante la presentación del proyecto educativo sobre las elecciones 2018, “Aula Virtual,” Christian Salazar, del PNUD, reportó que “Honduras y El Salvador registran el menor número de jóvenes participando en elecciones.”1 El fenómeno, no limitado solo al Salvador, de la baja participación juvenil durante elecciones ya sea como votantes, miembros, o voluntarios, es un continuo debate en la academia. Es erróneo pensar que es una simple apatía hacia la mínima expresión de la democracia representativa, más bien, es imperativo reflexionar en los factores que posiblemente inhabilitan la participación de los jóvenes.

En El Salvador, podemos identificar varios factores que podrían dar paso a más investigaciones académicas sobre la baja participación electoral de los jóvenes. Primero, la falta de representación e identificación con partidos políticos. Los partidos más dominantes del país, FMLN y Arena, no logran vocalizar las inquietudes y necesidades de los jóvenes. Recientemente vimos como los jóvenes de Arena no lograron ayudar a su partido a entrar en diálogo con nuevas políticas que a nivel internacional están siendo adoptadas (o por lo menos problematizados, como la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario). Al traer nuevas propuestas los jóvenes de Arena fueron vistos como poco compatibles con los valores del partido. Un partido que no quiera escuchar a sus bases y a las nuevas generaciones puede alienar a posibles votantes y miembros.

De igual manera el FMLN tampoco logra ser una opción viable para los jóvenes. A pesar de su discurso de cambio y transformación social y económica, el partido no ha logrado combatir la extrema desigualdad que existe en el país. Peor aún, el partido ha demostrado que al igual que Arena, sus intereses, y los de ciertos individuos que se han enriquecido en sus nuevos puestos, continúan siendo más importantes que la lucha contra la desigualdad económica y social.

Segundo, los jóvenes continúan teniendo dificultades en el mercado laboral. El futuro de los jóvenes en nuestro país es incierto y precario y esto crea tres problemas. Los jóvenes son privados del derecho de participación en una vida socio-económica ya que no logran producir lo suficiente para ayudar a sus familias, asegurar su propia manutención y reproducción, o tener una vida digna (o al menos una vida de consumidor, un requisito fundamental para el mantenimiento del sistema capitalista). Su falta de recursos económicos también limita su participación y acceso directo a sus representantes. Por último, hay jóvenes que optan por dejar el país, unirse al mercado informal, aceptar trabajo explotador y mal pagado, o participar en actividades ilícitas. Con futuros tan inciertos, los jóvenes no pueden y no quieren participar en elecciones ya sea como votantes, miembros, contribuidores, u observadores del proceso democrático.

Finalmente, la falta de conocimiento de la mayoría de la población sobre la política limita la participación de los jóvenes. Muchos de los que participan activamente durante las elecciones son usualmente los votos duros y los que tienen familiares en la política. La incapacidad de entrar en un dialogo respetuoso con los políticos, sus miembros, y la mayoría de la población hacen que muchos jóvenes (que no sean voto duro o tengan familiares en los partidos) le huyan a la política. Y con buena razón. En El Salvador no existe el dialogo respetuoso. Las opiniones son muy subjetivas y los argumentos muy personales y agresivos. Si la falta de tolerancia y la violencia hacia diferentes formas de pensar no desaparecen de la cultura política salvadoreña, posiblemente veremos que menos jóvenes estarán dispuestos a invertirle tiempo de sus ya difíciles vidas al proceso electoral.

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1 Sara Mendez, Twitter. Septiembre 12, 2017, 1:48 pm. https://twitter.com/SaraMendezTCS/status/907707565911539717

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