Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diarrea y las infecciones respiratorias son responsables de la muerte de más de dos tercios de los niños a nivel mundial. Unicef estima que solo la diarrea mata a un niño cada 30 segundos. La mortalidad infantil tiene mayor incidencia en las poblaciones más pobres del mundo. Según datos del Ministerio de Salud, en El Salvador, solo en las primeras 40 semanas del año, la mayor cantidad de consultas atendidas (casi 300 mil) por el sistema público de salud fueron diarreas, enfermedades gastrointestinales e intoxicaciones alimentarias. El 51% de la población afectada son niños menores de nueve años. Otras 200 mil consultas fueron por infecciones respiratorias agudas.
Tanto las enfermedades gastrointestinales como las infecciones respiratorias están asociadas a la carencia de agua potable y a pobres condiciones de higiene. Este tipo de enfermedades ocurren generalmente por contaminación fecal: las heces humanas son la principal fuente de microorganismos patógenos causantes de la diarrea y de otras infecciones gastrointestinales comunes, y algunas infecciones respiratorias. Estos vectores son trasladados al huésped por varias rutas, como las manos, ciertos insectos o el ambiente mismo.
Por lo tanto, es de vital importancia la práctica de hábitos higiénicos como la correcta manipulación de los alimentos, la purificación del agua y el control de plagas (insectos y roedores, entre otros). En este sentido, el lavado de manos se convierte en la forma más efectiva y de más bajo costo para prevenir la diarrea y las infecciones respiratorias agudas. El lavado de manos interrumpe la transmisión de agentes patógenos y, por ende, reduce significativamente las diarreas y las enfermedades respiratorias. Estudios recientes muestran que el solo hecho de lavarse las manos con jabón, particularmente después de estar en contacto con las heces (luego de limpiar a un niño, por ejemplo), puede reducir la incidencia de diarrea hasta en un 47%.
2008 fue designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional del Saneamiento, estableciendo el 15 de octubre como el Día Mundial del Lavado de Manos, cuyo objetivo es orientar una cultura local y global de lavado de manos con jabón. ¿Cuándo es necesario lavarse las manos? Antes, durante y después de preparar alimentos; antes de comer o beber; antes y después de atender a alguien que esté enfermo; antes y después de curar heridas o cortaduras; después de ir al baño; después de cambiar pañales; después de sonarse la nariz, toser o estornudar; después de haber tocado animales, alimento para animales o excrementos de estos; y, por supuesto, después de tocar basura.
El desafío para nuestro país es promover estas medidas de higiene, pero esto pasa por resolver de forma paralela una serie de cuestiones. La primera de ellas es el acceso a agua potable. Según la Encuesta de Propósitos Múltiples de 2011, 84 de cada 100 hogares salvadoreños tienen acceso a agua por cañería (93% en el área urbana y 67% en el área rural); el resto se abastece con agua de pozos, ojos de agua, ríos o quebradas, entre otros. Es un reto, pues, que la totalidad de la población tenga acceso garantizado a agua potable.
Segunda cuestión: el acceso a insumos y servicios básicos de higiene. Según la encuesta de la Digestyc, a pesar de que el 96% de los hogares disponen de servicio sanitario, solo el 51.5% de la población se deshace de la basura por medio de los camiones de aseo municipal; el resto lo hace por recolección domiciliaria privada o la quema, entre otros. Es muy preocupante que todavía un buen porcentaje de la población deposita su basura en cualquier lugar, lo que favorece la reproducción de agentes transmisores de enfermedades y la contaminación ambiental. Por ello, es necesario que se ejecuten con efectividad las políticas y reglamentos vinculados al manejo de los desechos sólidos.
Tercera, educar a la población sobre medidas higiénicas efectivas, como el lavado de manos, principalmente al sector más vulnerable: niños y niñas de entre 1 y 10 años de edad. Es de hacer notar que esto ya forma parte de los programas de estudio del Ministerio de Educación, pero sigue pendiente reforzar los programas de bachillerato y cubrir a la población adulta, que en la mayoría de casos ha crecido con costumbres y paradigmas antihigiénicos.
Por último, es fundamental involucrar más actores en los esfuerzos del sector público, que por mandato constitucional deben velar por la salud de la población. Entre otros, se podrían sumar a la tarea la empresa privada, las agencias de cooperación, las gremiales profesionales, el sector científico-académico y las comunidades mismas. De modo que cada uno, desde su especialidad y especificidad, contribuyamos todos a disminuir la prevalencia de estas enfermedades.