Las elecciones de diputados a la Asamblea Legislativa en El Salvador no se han caracterizado por altos niveles de participación. Desde 1994 hasta 2015 se realizaron ocho elecciones de diputados cuyo promedio de participación fue de 47.5 por ciento sobre los inscritos. Ni siquiera la adopción de medidas para darle mayor protagonismo a los electores (implementación del voto preferencial, en 2012, y de las listas abiertas, en 2015) sirvieron para elevar la participación. Si se toman como iguales los niveles de participación de 2006 y 2009, se puede afirmar que las mayores tasas de participación se registraron en los años en los que también hubo elecciones presidenciales (1994 y 2009).
Por otro lado, ni los partidos políticos ni la Asamblea Legislativa han gozado de “buena salud” entre los salvadoreños. Permanentemente, las encuestas de evaluación del año realizadas por el Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) registraron porcentajes muy bajos de personas que dicen confiar “algo” o “mucho” tanto en los partidos como en la Asamblea Legislativa. Los datos disponibles para los años electorales del periodo 1997-2015 muestran incluso una tendencia a la baja en los niveles de confianza expresados por los salvadoreños encuestados en esos años. Dicha tendencia es más clara en el caso de los partidos políticos pues la confianza en estos fue mayor que la expresada hacia la Asamblea al inicio del periodo y terminó menor al final del mismo.
Al respecto resulta interesante agregar que los niveles de confianza (“algo” o “mucha”) expresados a finales de 2016 indican continuidad para la tendencia apuntada. Solamente el 11.5 por ciento de los encuestados declararon tener “algo” o “mucha” confianza en los partidos, mientras que un 14.1 por ciento dijo lo mismo respecto de la Asamblea Legislativa. No hay duda, pues, que ha habido un claro deterioro de la confianza hacia los actores institucionales que son referentes en las elecciones de diputados.
Si las tendencias mostradas en las tablas anteriores persisten en 2018, es previsible una menor tasa de participación electoral y un menor porcentaje de los que confían algo o mucho en los partidos y la Asamblea Legislativa. En el ambiente no parece que haya algo que actúe contra estas tendencias. Al contrario, los escándalos de corrupción y los juicios a funcionarios públicos por enriquecimiento ilícito, que han sido dados a conocer por distintos medios de comunicación, podrían profundizarlas más bien. La encuesta de evaluación del tercer año de gobierno de Salvador Sánchez Cerén (boletín de prensa, Año XXXI, No.3, del Iudop) registró elevados niveles de percepción de corrupción tanto en gobiernos del partido Arena como del FMLN. En el mismo sentido, 82.5 por ciento de los encuestados opinó que existe “alguna” o “mucha” corrupción en la Asamblea Legislativa.
Es probable que estos niveles de percepción de corrupción estén relacionados con el nivel de rechazo que gozan estos dos partidos entre los encuestados. No solo en términos de confianza sino también en cuanto a futuras opciones de gobierno. Según la misma encuesta, 63.4 por ciento de los encuestados opinó que “El FMLN no debería seguir gobernando al país” y un 68.1 por ciento manifestó que “Arena no debería volver a gobernar el país”. En el mismo sentido, 59.2 por ciento de los encuestados considera necesario que haya otro partido de izquierda, distinto al FMLN; así como 64.7 por ciento considera necesario que haya otro partido de derecha, distinto a Arena. El descontento y malestar con los dos principales partidos del sistema político salvadoreño no se traduce en oportunidades de crecimiento para los llamados partidos pequeños (PCN, GANA y PDC). Todo ello hace que el pronóstico en términos de asistencia a las urnas en 2018 se torne más reservado aun si se considera que, de acuerdo con la citada encuesta del Iudop, 87.5 por ciento de los encuestados cree sus intereses son “poco” o “nada” representados por los actuales diputados; a la vez que un 80.9 por ciento cree que los actuales diputados no están trabajando por resolver los grandes problemas del país.
Opiniones negativas sobre los partidos y los diputados podrían ser algo meramente coyuntural. Sin embargo, como tuvimos ocasión de ver en las tablas anteriores, se trata de opiniones negativas registradas a lo largo del tiempo. Si hiciéramos un análisis de las mismas tomando en cuenta la edad de los que tienen tales opiniones, el escenario podría (y debería, en ese caso) ser preocupante si fuesen los jóvenes donde se concentrasen aquellas. Entonces estaría ocurriendo, en términos demográficos, un debilitamiento o erosión de la legitimidad de los partidos y Asamblea Legislativa como instituciones representativas. No hay espacio suficiente para presentar dicho análisis en esta oportunidad. Pero sí puedo afirmar que entre los jóvenes (los que están entre 18 y 30 años) corren ideas como estas1:
-Los diputados no quieren sacar adelante el país, no hacen nada por la población
-Solo se pasan peleando como si fueran niños
-Tienen un “sueldazo” y no hacen absolutamente nada
-No hacen nada más que robar el dinero
-Los partidos solo se pelean por ver quién se sienta en la silla
-Solo están peleando para ver quién se hace rico a costa del pueblo
-Están bañados en corrupción
-Tienen pensamientos retrógrados
-No se enfocan en los jóvenes
-Siempre quieren ganar más y más, sin pensar en uno
-No defienden mis intereses porque como joven, yo quisiera tener seguridad, educación digna, oportunidades de empleos… y no las hay, etc.
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1 Basadas en declaraciones de jóvenes entrevistados en el marco de un trabajo de investigación sobre desafección política, para la materia “Discurso y Política”, de la Licenciatura en Comunicación Social durante el ciclo 1-2017. Estas y otras ideas no tienen por qué ser correctas pero expresan la percepción que tienen algunos jóvenes sobre el trabajo de los diputados y los partidos políticos.