Dos millonarios aspiran a ser presidentes del país, lo han dicho 19 meses antes de las elecciones presidenciales de 2019. Mientras el TSE delibera si lo que Carlos Calleja y Javier Simán están haciendo constituye campaña adelantada y propaganda, ambos empresarios seguirán en medios de comunicación o eventos posicionado imagen y lo que denominan su “proyecto de país” guste o no al COENA, a sus fundadores o sus multimillonarios financistas. La campaña electoral 2019 ha empezado de manera adelantada –como siempre- pero ahora con más voracidad.
Si bien Calleja y Simán representan a sectores distintos de la actividad económica, ambos son miembros de la misma clase capitalista, millonarios que aunque no les gusta que les recuerden su condición de clase utilizarán en campaña su “experiencia empresarial” como criterio para resaltar que así como han administrado pujantes negocios familiares, lo podrán hacer con el gobierno en términos de eficacia. Esa narrativa con componentes ideológicos solo trae a la memoria aquella falacia de los noventa cuando se propugnó la “transformación del Estado” a uno pequeño, porque le cortaron los brazos en la acción a sectores estratégicos en favor de empresas que adquirieron el manejo de bienes y servicios generando monopolios y acumulación de riqueza. También se convirtió en un Estado pseudo-regulador “gestionando” los fallos del mercado, que en la práctica no hizo pero sí promovió incentivos fiscales con las zonas francas y les quitó barreras tributarias a las empresas. Veinticinco años después estaremos escuchando un discurso corregido y aumentado bajo la gestión del gobierno 2.0: ahora junto a los empresarios, vía asocio público-privado, en función de potenciar sus servicios, comercio y bienes producidos para la exportación.
Otro elemento en común de los primeros discursos de Javier Simán y Carlos Calleja consiste en resaltar que una precandidatura implica un “sacrificio” al dejar una vida empresarial resuelta y pasar a la vida política con sus desgastes. Esa es una figura retórica totalmente vacía por una razón básica: administrar el gobierno implica definir prioridades presupuestarias y de intervención pública, además se pueden configurar medidas que favorezcan a sectores específicos según el grupo que llegue a casa presidencial; sin olvidar la composición de una Asamblea Legislativa que puede facilitar o bloquear reformas o proyectos legales promovidos desde el órgano ejecutivo.
También señalo como factor coincidente en los primeros posicionamientos de éstos empresarios su “distanciamiento” de la clase política y la ideología. Ese es un recurso meramente propagandístico y engañoso que utilizan los agentes externos (conocidos como outsiders) para separarse de las dinámicas políticas más tradicionales reflejadas en los partidos e instituciones del sistema político. ¿Por qué es un recurso engañoso? Básicamente es un gancho más efectivo para llegar a electores que no confían en los partidos, no se identifican con ellos y peor aún asocian de forma errada la ideología a categorías polarizadas, trasnochadas o que generan “odio y resentimiento social”. En la práctica Calleja como Simán son agentes políticos con un marco ideológico similar debido a su origen de clase capitalista, tendrán matices, pero la raíz es la misma. Escuche cuando les pregunten si están dispuestos a aumentar el salario mínimo o promover contratos colectivos en empresas o si los privados deben participar en la gestión de recursos públicos o pagar impuestos. Tendrá respuestas con ideología por más artificiales que parezcan.