Propaganda electoral sinvergüenza

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Pese a que el artículo 172 del Código Electoral establece que la propaganda electoral para la elección de Concejos Municipales “sólo se permitirá” un mes antes, es notoria la violación de dicha disposición por parte de los partidos políticos y sus candidatos o candidatas.

Especial mención merecen Ernesto Muyshondt, de Arena, y Jackeline Rivera, del FMLN, ambos candidatos a la alcaldía de San Salvador. Tratándose de candidatos de los dos partidos predominantes para la alcaldía de la principal ciudad del país, ambos debieran dar ejemplo de respeto a la legislación electoral. Sin embargo, lo que muestran es una total desfachatez al estar realizando propaganda en tiempo no permitido, es decir, propaganda adelantada.

De la manera más cruda, desnuda y descarada, estos candidatos y sus partidos se promueven en spots televisivos sin que nada ni nadie les detenga. Es deplorable que el Tribunal Supremo Electoral no sea capaz de detener esa propaganda haciendo valer el derecho. Por supuesto que no se trata de casos aislados pero sí son emblemáticos de la clase política salvadoreña. Una clase que le tiene sin cuidado violar la legislación que los diputados mismos han creado. Una clase que tiene pretensiones de eternidad.

En parte, ese irrespeto a la ley electoral por parte de los candidatos y partidos es posible porque la ciudadanía lo tolera o no le interesa. Pero también es posible porque hay otros agentes sociales a los que tampoco les importa el respeto a la ley si con ello hacen buenos negocios. Este es el caso de los canales de televisión en donde se emiten los spots de la propaganda adelantada. Se trata de unos medios de comunicación que podrían tener un impacto a favor del estado de derecho, si tan solo se negaran a emitir mensajes que violan la ley. Pero es claro que el dinero puede más que la ley.

La propaganda sinvergüenza debería ser castigada por la ciudadanía en las próximas elecciones. Ya es tiempo de que la ciudadanía, especialmente la de a pie, caiga en la cuenta que puede introducir cambios en el sistema político y que puede enviar mensajes a la clase política. La ciudadanía no debiera dar el voto a quienes violan la ley, a quienes pretenden ser sus gobernantes a toda costa. Quizá para las elecciones del 4 de marzo la ciudadanía, esa de a pie, no producirá ningún cambio político importante. Pero ya es tiempo que esa ciudadanía, comenzando por la organizada o que forma parte de instituciones sociales importantes, se ponga en marcha para salir de esta manera de hacer política sinvergüenza.

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