¿Hasta dónde han llegado los tentáculos del narcotráfico y del crimen organizado? ¿Qué tan infestadas están las instituciones nacionales? Aunque no se tenga claridad de qué tan grave es el problema, sí se sabe que por acá ha transitado droga y se ha lavado dinero impunemente.
El proceso judicial que una corte de Nueva York, en Estados Unidos, sigue contra José Natividad Luna Pereira ha revelado nexos que se habían ocultado por años. Ricardo Menesses aparece salpicado por este caso, y ahora se le investiga por haber fallado en la captura de Luna Pereira.
Pero Menesses no es el único que está siendo cuestionado; también Godofredo Miranda, el ex jefe de la División Antinarcóticos y tío de la niña Katya Miranda, quien fue violada y asesinada hace más de diez años. En aquel entonces, Godofredo Miranda era jefe de Logística de la Policía Nacional Civil, y fue incapaz de manejar la escena del crimen de tal forma que se pudieran encontrar las pruebas necesarias para saber quién violó y asesinó a Katya.
Por ese fallo, no fue ni siquiera reprendido, mucho menos investigado o sancionado; todo lo contrario: se le colocó al frente de la División Antinarcóticos. Siempre se criticó esta decisión, como se cuestionó la participación del Organismo de Inteligencia del Estado en la investigación del caso Katya.
Por todo eso, las investigaciones contra Godofredo Miranda y Ricardo Menesses no sólo son positivas, sino también necesarias. Debe sentarse ya un precedente ejemplar para evitar que la delincuencia siga infiltrando y debilitando las bases institucionales.
La grave situación de violencia que enfrenta el país requiere no sólo planes para reprimirla y prevenirla; también hay que sanear a la Policía Nacional Civil, depurarla siguiendo el debido proceso y respetando los derechos humanos, pero siendo contundentes.
Al fin hay magistrados en la Corte Suprema de Justicia, y eso es un avance. Ahora falta que se nombre Fiscal y Procurador General. Pero también urge depurar las instituciones. Urge separar el trigo de la cizaña.