Soy político, pero no como los demás

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Los últimos dos años han sido un periodo de desenmascaramiento de muchos políticos. Por fin trascendieron algunas acusaciones a procesos civiles y penales. A principios del año pasado, la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia comenzó a publicar algunas irregularidades en las declaraciones de probidad de algunos funcionarios. En los casos del diputado Reynaldo Cardoza y del expresidente Elías Antonio Saca había claros indicios de enriquecimiento ilícito por lo cual fueron procesados civil y penalmente. A principios de este año, la Sección anunció que había alrededor de 70 funcionarios públicos en investigación.

De igual forma, la FGR ha logrado enviar a prisión a un expresidente y a quienes fueron su círculo más cercano. Estos casos solo han fortalecido la desconfianza y apatía que la población ha desarrollado hacia los políticos, porque estos han demostrado ser “corruptos” y gran parte de la población considera que muchos de ellos se han servido por años del aparato estatal.

En este contexto es que ha comenzado a surgir un nuevo perfil de políticos, si pudiéramos llamarles de esa manera. Este nuevo perfil se caracteriza porque, en primera instancia, busca distanciarse de la praxis y de la imagen de los líderes políticos ya bien conocidos. Además, resalta la idea de que la sociedad ahora quiere políticos transparentes e incorruptibles y, de preferencia, que no tengan mucha experiencia en la política partidaria, ya que de esa manera no vendrán con las “viejas mañas” de los líderes políticos tradicionales. Otra característica de este nuevo perfil es que busca abogar por la transparencia interna de los partidos políticos y esa es, precisamente, la imagen que buscan proyectar hacia los electores.

Usualmente, estos personajes no provienen de las militancias de los partidos, sino de organizaciones no gubernamentales, de la empresa privada o de movimientos de la sociedad y que llegan a un partido, pero se distancian discursivamente de algunas de las posturas que estos promulgan.

Aquí, por ejemplo, resalta el caso del alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, quien en su discurso en redes sociales critica fuertemente al partido ARENA, pero también a su propio partido, el FMLN, por su falta de democracia interna y por su intolerancia a las críticas. El pasado 2 de abril, Bukele declaró a través de Facebook Live:

Fue una decisión difícil porque lo que se ve desde adentro es todavía más asqueroso que lo que se ve desde afuera. Y a veces uno quiere salir y alejarse de eso, pero ¿a quién vamos a dejar ahí? ¿A los mismos de siempre? Que gane Arena de nuevo la alcaldía y que retroceda todo lo que hicimos; a que el Frente siga yéndose al camino de parecerse a Arena o convertirse en Arena 2.0”

Estas declaraciones del alcalde dejan entrever la idea que, a pesar de que pertenece al FMLN, no comparte la praxis ni muchas de las medidas que el partido ha impulsado desde el gobierno. Toma distancia y se muestra, además, como alguien que puede cambiar y mejorar la situación del país. Además, el distanciamiento no solo es marcado a través del discurso, sino por medio del “look personal”. Ese mismo 2 de abril, Bukele realizó su videoconferencia en una habitación con artículos juveniles, como un videojuego y dos guitarras eléctricas en el fondo. También usó su gorra al revés. Nuevamente se evidencia el distanciamiento de la imagen del “político tradicional” para dar paso a un personaje que es más cercano a la gente. Este político busca construir una imagen renovada que busca enganchar emocionalmente con los más jóvenes.

Sin embargo, este nuevo perfil no solo se limita al alcalde capitalino. Johnny Wright Sol, diputado del partido ARENA, también es una de las figuras que ha abanderado el discurso en favor de la transparencia, de la democracia interna, de la lucha en contra de la corrupción. Al igual que Bukele, ha criticado y se ha distanciado de las posturas más tradicionales de su partido. El 8 de marzo de este año, Wright declaró al periódico digital El Faro que ARENA seguía siendo un partido “excluyente”, luego de la expulsión y renuncia de cinco miembros de la JRN que se mostraron a favor del matrimonio igualitario y del aborto.

En esa misma entrevista, Wright comentó: “La pregunta fundamental es ¿qué quiere ser Arena? Yo creo que todo mundo reconoce que si Arena quiere salir adelante, si Arena quiere volver a representar a la mayoría de los salvadoreños, tiene que cambiar, de una u otra forma. Pero no cambios cosméticos, yo diría que cambios fundamentales. Y lo primero que hay que plantearse es ¿qué partido quiere ser?” (8 de marzo de 2017). De hecho, estos jóvenes que renunciaron a la JRN también abanderaban un discurso más renovador por lo que la dirigencia de ARENA comenzó a sentirse retada públicamente.

Otro personaje público que ha aparecido con un perfil similar al de los dos anteriores es el empresario Juan Carlos Calleja, vicepresidente de una cadena de supermercados. Fue hasta el 8 de abril pasado que Calleja confirmó públicamente que tenía intenciones de ingresar a la política, aunque desde hace meses se rumora que ya es uno de los precandidatos a la presidencia por Arena. Desde su cuenta de Twitter y a través de varias entrevistas en los periódicos principales del país, Callejas ha comentado:

“Yo creo que aquí en El Salvador y en todo el mundo los tiempos están cambiando. Hay un movimiento enorme hacia la transparencia, y la sociedad civil aquí los salvadoreños nos cansamos de la corrupción y tenemos que actuar” (7 de diciembre de 2016).

Será de ver si estos políticos son capaces de retar a los dirigentes partidarios y si serán capaces de posicionarse con este nuevo perfil ante unos electores que están profundamente descontentos con la actual clase política.

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