En El Salvador, a lo largo de la mal llamada "transición", el sistema de justicia —incluidas las instituciones encargadas de investigar los delitos— ha sido una pelota que patean y patean sin descanso dos bandos con rostros y cuerpos visibles, pero con cerebros e intereses ocultos o medio escondidos. Eso tiene a la base, quizás como su causa fundamental, lo que está por cumplir veinte años: una de las amnistías más aberrantes del mundo y del todo contraria a los estándares internacionales de derechos humanos; además, condenada por innumerables y prestigiadas voces nacionales e internacionales.
Es esa disputa por el control de las llaves que le podrían abrir la puerta a la justicia para todas las personas sin distinción alguna lo que tiene crispada a una parte de la sociedad, que a final de cuentas es minoría; las mayorías populares no participan más que en sus consecuencias negativas, como víctimas del hambre, la sangre y la impunidad. Y esa realidad concreta e inobjetable trasciende voluntades, percepciones y sucias manipulaciones de los dos bandos, Arena y el FMLN, y los grupúsculos politiqueros cada vez más impresentables que giran a su alrededor, los cuales se acomodan con uno o con otro, más allá de los credos y supuestos ideales en los que ya nadie de ellos cree, aunque retorcidamente se proclame lo contrario.
Por eso, en medio de la calentura actual, hay quienes dicen que de un lado del cuadrilátero político está el "bloque de derecha" encabezado por Arena, al cual se han sumado protagonistas que van desde históricos aliados naturales de ese partido hasta otras personalidades e instituciones que nadie en su sano juicio tildaría de pertenecer a esa —por decirlo de alguna manera— línea de pensamiento. Lo que si no se escucha es que en la otra esquina se encuentra, como rival a vencer, el "bloque de izquierda", dentro del cual están quienes afirman ser garantes de esa "línea de pensamiento" y que desde sus hoy cómodas trincheras se enfrentan a lo que llaman "poder oligárquico".
En ese escenario, es un enorme homenaje a la doble moral exigirle a una organización feminista integrante de Aliados por la Democracia que le demande a los grupos de derecha —también pertenecientes a dicha coalición— su apoyo a la despenalización del aborto. A la dirigente y diputada efemelenista que lanza tal desafío en aras de demostrar la pureza de sus posiciones, habría que reclamarle que le pida lo mismo a Rodolfo Parker y a Francisco Merino. Asimismo, a ambos —también líderes de la derecha partidista más corrupta, aunque hoy disfrazados de comandantes o al lado de los que dicen haberlo sido alguna vez en su vida— debería el FMLN requerirles que se pronuncien en contra de la amnistía o a favor del juicio para los autores de la masacre en la UCA. ¿O no?
La falta de involucramiento de la gente no responde a indolencia o conformismo. Al contrario, a pesar de haber sido protagonista principal e imprescindible de una historia reciente de sacrificios, dolores y esperanzas, no participa porque sus víctimas terminaron siendo despreciadas por los victimarios, que diseñaron de la mano y a pesar de sus diferencias —conciliables cuando les conviene— un sistema aparentemente distinto al que propició la guerra, pero en la realidad con los mismo vicios y, sobre todo, con las mismas mañas de sus operadores. Y hay que insistir: no se vale decir ser de izquierda o de derecha en un escenario político partidista nacional donde, más allá del socialismo por el que se luchó y del capitalismo contra el que se luchó —o al revés—, lo que manda es el cinismo más puro, duro y descarado.
Eso, desde la UCA, lo hemos denunciado. Además, hemos estado metidos de lleno en la defensa de lo poco que se avanzó en democracia desde la firma de la paz. Por eso mantenemos en alto la bandera de la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas de las atrocidades ocurridas antes, durante y después de la guerra. Por eso, desafiamos a esos dos partidos y a sus comparsas a que deroguen la ley de amnistía y apoyen las demandas de las víctimas. Solo así se les dará su lugar a estas y se pondrá en su lugar a los criminales violadores de derechos humanos, corruptos y traficantes varios. Pero sabemos que es pedir mucho, pues están más entretenidos clavándole otro clavo más a su ataúd.