El mundo entero está contemplando en estos días con profundo dolor un nuevo holocausto, sólo que hoy los israelitas, quienes ayer fueron víctimas de la crueldad y barbarie sin medida, son los que cometen un genocidio con el pueblo palestino, que con justicia reclama la expropiación de sus tierras.
Haciendo un poco de historia acerca de la presencia palestina en los territorios en los que hoy vive, podemos decir que el asentamiento de los cananeos, un pueblo que junto con los filisteos está en el origen del pueblo palestino, en la tierra conocida como Canaán, luego llamada Palestina, tuvo lugar entre los años 3000 y 2500 a. C. Los jebuseos, una de las tribus cananeas, levantaron allí un poblado llamado Urusalim, o sea, Jerusalén, que quiere decir "ciudad de la paz".
Cerca del año 2000 a. C. pasó por Palestina el pueblo semita nómada de los hebreos, conducido por Abraham. Siete siglos más tarde, volvieron, procedentes de Egipto, doce tribus hebreas al mando de Moisés, con quienes tuvieron fuertes combates por la posesión de la tierra.
Palestina fue conquistada por Alejandro Magno en el año 332 a. C. y quedó bajo dominio griego. Con la muerte de Alejandro, el territorio retornó al imperio egipcio de los Ptolomeos. Más tarde fue dominado por los seléucidas de Siria. Una rebelión encabezada por Judas Macabeo restableció un estado judío en el año 67 a. C.
En el año 63 a. C., Palestina fue incorporada al Imperio Romano. Los romanos reprimieron severamente la resistencia de los macabeos, zelotes y otras tribus judías. Como parte de esa represión fueron crucificados miles de rebeldes alrededor del año 30 d. C., en los tiempos de Jesús de Nazaret.
En el año 135 d. C., los judíos fueron expulsados de Jerusalén y el emperador Adriano construyó una ciudad pagana sobre sus ruinas.
A partir del año 330, Palestina quedó bajo el dominio bizantino. En el año 638, Omar Al-Khattaab entró en Jerusalén, puso fin a la era bizantina y dio inicio la era árabe-islámica. Según la tradición islámica, en esa ciudad ascendió al cielo el profeta Mohamed (Mahoma), con lo que Jerusalén adquirió carácter sagrado para las tres grandes religiones monoteístas, nacidas de un tronco común. La fe islámica y el idioma árabe unificaron a los pueblos semitas, excepto los judíos.
En 1516, el Imperio Otomano conquistó Jerusalén y mantuvo allí su hegemonía hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
A partir de 1878 comenzaron a establecerse los primeros asentamientos de judíos en Palestina, impulsados por el movimiento sionista. Alrededor de 25 mil inmigrantes entraron ilegalmente desde el este de Europa. El barón francés de origen judío Edmond Rotschild apoyaba económicamente las actividades sionistas. En 1895, el total de la población de Palestina ascendía a 500 mil personas: 453 mil eran árabes palestinos y ocupaban el 99% de la tierra; 47 mil eran judíos y eran dueños del 5% de la tierra.
El Fondo Nacional Judío, fundado por el V Congreso Sionista, se encargó de comprar tierras y entre 1904 y 1914 se produjo la segunda ola migratoria. En 1909 se instaló el primer kibutz (granja colectiva) al norte de Yaffa.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Inglaterra prometió la independencia de las tierras árabes bajo el gobierno otomano, incluyendo Palestina, a cambio de su apoyo contra Turquía, aliado de Alemania.
En 1917, el ministro de Relaciones Exteriores británico envió una carta al barón Rotschild (conocida como "Declaración Balfour") en la que comprometía los esfuerzos de Inglaterra para la creación de un Hogar Nacional Judío. Los palestinos realizaron su primera conferencia en 1919 y se opusieron a la Declaración Balfour, pues aspiraban a la creación de un Estado Palestino independiente, tal como los británicos habían prometido a cambio de su apoyo durante la guerra.
En 1920, la Conferencia de San Remo garantizó el mandato británico sobre Palestina. Dos años más tarde, el Consejo de la Liga de las Naciones promulgó un mandato que promovía el establecimiento en ese territorio de un Hogar Nacional para el pueblo judío. Durante seis meses, los palestinos realizaron huelgas y movilizaciones en protesta por las confiscaciones de tierra y la inmigración ilegal, que tenía por objeto aumentar la escasa población judía y justificar sus aspiraciones territoriales.
El gobierno inglés publicó un nuevo "Libro Blanco", que restringía la inmigración judía y ofrecía la independencia de Palestina al cabo de 10 años. La resolución fue rechazada por los sionistas, quienes organizaron milicias y lanzaron una campaña sangrienta contra británicos y palestinos.
El 9 de abril de 1948, un destacamento de la organización "Irgun", comandado por Menahem Begin, invadió la aldea de Deir Yassin y asesinó a 254 civiles. El terror provocó el éxodo de decenas de miles de palestinos.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina (Resolución 181). Los palestinos, que constituían el 70% del total de la población y tenían el 92% de la tierra, fueron reducidos al 43% del territorio. El resto fue entregado a los judíos, que representaban el 30% de la población y poseían sólo el 8% de la tierra. Jerusalén se consideró dentro del 1% que quedaría como zona internacional.
El 14 de mayo de 1948, los judíos proclamaron el Estado de Israel. Al día siguiente estalló la primera Guerra Árabe-israelí y nació el "conflicto de Oriente Medio". Palestina quedó dividida en tres partes: la que ocupaba Israel; la ribera occidental del Jordán (Cisjordania) que pasó a Jordania; y Gaza, que quedó bajo la administración de Egipto. Unos 700 mil palestinos fueron expulsados de sus hogares, huyeron a los países vecinos y se instalaron en campos de refugiados.
En 1967 estalló la Guerra de los Seis Días: Israel ocupó todo Jerusalén, el Golán sirio, el Sinaí de Egipto y los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. La ONU llamó a Israel a retirarse de los territorios árabes ocupados por la fuerza y declaró el derecho de los palestinos al retorno y a la autodeterminación.
La historia reciente de los palestinos, particularmente desde la década de 1940 en adelante, ha estado signada por las confrontaciones, el segregacionismo, el hacinamiento y los desplazamientos geográficos masivos por diferentes regiones de Medio Oriente.
Para el derecho internacional, Palestina es el área de 27,000 km2 situada al oeste del río Jordán, pero que Israel desconoce al haberse anexado territorios que no le pertenecen y que no son reconocidos internacionalmente como parte de su territorio.
Una vez más, Israel ha cometido un genocidio contra el pueblo palestino, aludiendo que lo hace en defensa propia, pues "su territorio" —que es cierto— ha sido objeto de constantes hostigamientos por parte de las fuerzas terroristas de Hamas. Pero lo que hemos visto en los días pasados en los medios noticiosos son civiles muriendo por los bombardeos de la aviación israelí. Por tanto, lo sucedido no es una guerra, sino un ataque indiscriminado contra una población civil indefensa, que nada tiene que ver en el conflicto; su único deseo es vivir en paz y en libertad.
Ante semejante barbarie no podemos quedarnos callados, sino alzar nuestra voz enérgicamente, exigiendo a Israel que cese su hostigamiento sobre un pueblo indefenso y no justifique sus acciones terroristas como un mecanismo para defenderse de sus agresores. Si Israel tiene derecho a vivir en paz, el mismo derecho tiene el pueblo palestino.
Israel usa fósforo blanco en Gaza contra poblaciones civiles, violando así la Convención de Ginebra. El fósforo blanco cuando se utiliza como un arma incendiaria produce graves efectos físicos y psicológicos. El uso de fósforo blanco (WP) es legal para fines tales como la iluminación y creación de humo que oculta. Sin embargo, las quemaduras de fósforo blanco pueden ser letales, además de otras consecuencias para la salud. Israel no firmó el Protocolo III de la Convención de Ginebra que establece la prohibición del uso de armas incendiarias contra poblaciones civiles, en donde se prohíbe bajo todas circunstancias atacar con armas incendiarias a la población civil como tal, a personas civiles o a bienes de carácter civil.
Que nadie pueda decir que no supo de este Holocausto; bombas de fósforo blanco cayeron sobre un refugio escolar de la ONU.
El Relator Especial de la ONU, John Dugard, en relación a la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967, expresó en febrero de 2008: "Israel debe afrontar la ocupación y la violación de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario que esa ocupación genera, y no esgrimir la excusa del terrorismo a modo de distracción como pretexto para no atajar la causa raíz de la violencia palestina: la ocupación."